Las forestales se instalan en territorio mapunche bajo el clásico método del embaucamiento una práctica que consiste en convencer por la vía del engaño, la instalación de alguna idea supuestamente beneficiosa. Utilizada por el Estado de Chile y los empresarios termina siendo el desastre que vemos y respiramos de los dantescos incendios forestales que arrasan Wallmapu. EL fuego se inicia en los monocultivos de empresas del rubro que controlan CMP, principal productor de papel y COPEC que convierte la madera en papel blanqueado para la producción de celulosa Kraf de exportación.
Se instala así la pobreza con políticas de clasificación de suelos en clase VI, de aptitud forestal dicen e impulsó a los campesinos chilenos dueños de predios en territorio mapunche a vender las tierras mientras que en los espacios controlados por familias ancestrales se inicia una política de promoción de monocultivos, ambos cautivados ante la posibilidad de mejorar sus economías “supuestamente”.
AL PERDER EL SENTIDO DE LA ECONOMÍA
Hace 17 años escribí un artículo para el Periódico El Ciudadano https://www.elciudadano.com/medio-ambiente/que-resista-la-tierra/03/28/ intentando advertir el flagelo que se avecinaba si seguíamos permitiendo instalar las plantaciones forestales en nuestras comunidades donde tradicionalmente se trabajaba para abastecer de alimentos, nos fuimos cegando con las ganancias momentáneas y de bajo costo pero se nos fue perdiendo el sentido de cuidar las riquezas y administrar las abundancias, debilitamos así nuestras autonomías, encarecimos los alimentos, crecieron las poblaciones periféricas y, quienes resistieron en el campo terminan reducidos por el fuego que consume sus viviendas, cultivos y crianzas.
Quienes vendieron, tenían 2 años de gracia para sacar sus pertenencias entre ellos cortar sin remordimientos los pocos bosques que siempre conservaron los abuelos para cortinas sanitarias, controlar el recurso agua y l’awen (remedios), “pelados” quedaban los predios para que se instalen las plantaciones de las compañías forestales de monocultivos de Pinos y Eucaliptos. El bosque nativo se redujo en chip y astillas que se amontonaban en los puertos de Coronel y Puerto Montt y todo permitido por el decreto de ley N°701 que desde el Senado de Chile de entonces presidía el empresario forestal y beneficiario de la usurpación de empresas estatales con el golpe de estado de 1973, Marcos Cariola, extinto ex senador por Valdivia.
NGUILLATUN; DEL AGRADECIMIENTOS A LOS LAMENTOS
Desde ahí los verdes colores que expresaban la viveza del sur, el escurrimiento de agua cristalina que emanaba de arroyos Y quebradas, fueron dando paso al desgaste teniendo como principales evidencias, el rompimiento de las características de las estaciones del año, un clima templado que ya no existe.
Son las actuales consecuencias de las preocupaciones, el verano para los mapunche donde tradicionalmente se agradece a los Ngen Mapu (ordenadores de la tierra) por las abundancias en los Nguillatun se convierte aceleradamente en una colectiva rogativa de lamentos ante la desesperación por salvar las vidas humanas y bienes que se consumen a causa de una permisividad del que aún no nos hacemos cargo, esperamos en la lluvia que nos salve que pensamos que debe actuar sin pedirla, aceleradamente vamos perdiendo el sentido de relación con la Ñuke Mapu.
Se nos hace urgente volver al origen, hacer con el pensamiento ancestral, recomponer el daño causado, pedir y ofrecer por las riquezas a los dueños de la tierra, administrar las abundancias trabajando en sociedad con la Ñuke Mapu, aplicar justicia sobre los provocadores de los incendios forestales, dictar medidas reparatorias con la posterior expulsión del territorio, esas son algunas instancias que debería impulsar nuestro existir como Mapunche en esa declaración que dice que somos: guardianes de la naturaleza.
Por Raigan Nawel
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