Por Dennys Salazar Ñirril.- La fuerza y convicción que muestra la mirada de la machi Millaray Huachilaf a la hora de defender el Centro Ceremonial Kintuante genera inmediato respeto. No da para decirle “tú”, pese a su juventud o los chistes que pueda lanzar. Ella es la machi, pero ojo que es una machi distinta.
Desde hace tiempo que puso en el sonido de su kultrung la tarea de revitalizar el kupan de machi en un territorio donde por años no existió tal figura espiritual. Tuvo que insertarse dentro de una tradición distinta, pero tan potente y ancestral que es lo que finalmente ha generado todo un proceso comunitario de resistencia en defensa del río Pilmaiquen.
Las comunidades de Maihue Carimallín, El Roble y de otros más lejanos como El Encanto, desde hace siglos han visto en Kintuante como la fuerza rectora de su territorio. Allá acuden a pedir autorización para realizar el lepun, sin eso no se puede hacer. Por eso es que la construcción de la represa se vea como un sacrilegio, un profundo daño a la cultura mapuche huilliche, que definitivamente no debe hacerse, porque una vez que inunde la sección del río elegida, Kintuante quedará bajo el agua y con ello toda la espiritualidad y cosmovisión de un amplio territorio.
Por eso el Kultrung de la machi sigue sonando, acompañado de otros pertenecientes a machi del territorio huilliche y motivando a decenas de jóvenes y adultos que sienten que defender Kintuante es dignificar al pueblo mapuche. Gente históricamente marginada por un sistema económico y político que sólo les avisa de sus embates cuando todo está concretado, siendo la resistencia el único camino de lucha, aunque a los desinformados y conservadores les cueste entender y pongan con último argumento el “diálogo”. Eso debió hacerse antes; si existiera diálogo franco con el pueblo mapuche ni siquiera se hubiera considerado instalar una represa en el Pilmaiquen, o al menos una que inunde Kintuante.
Pero la gente Pilmaiquen ha asumido el desafío y la machi Millaray ha puesto sobre su frente el trarilonko de la representación política del territorio defendido, sumándose a otras mujeres mapuche que se han convertido en fuerza y poder dentro del movimiento mapuche, como la lonko Juana Calfunao o Natividad Llanquileo, entre otras.
Ahora, tras el gran apagón que afectó la semana pasada a la zona central del país, aparecen hipótesis sobre la supuesta finalidad oculta de aquel incidente, tipificado públicamente como “accidente”. Dicen que podría tratarse de una maniobra para revalidar la opción de Hidroaysén en la Patagonia frente a un sistema energético que se quiere mostrar como en crisis, que todo estaría arreglado, que podría ser un mero artilugio mediático. Pero Ojo, que las represas de Hidroaysén no son las únicas que se instalarán y que generará graves perjuicios ambientales y culturales; también está la tercera que se construirá en el Pilmaiquen, que inundará Kintuante y terminará con una larga tradición espiritual en dicho territorio.
No es necesario citar a antropólogos u otros investigadores, ni tampoco recurrir a cartas internacionales de protección de derechos para explicar el daño cultural y espiritual que se hará al pueblo mapuche huilliche si se instala la última de las represas en el Pilmaiquen. El sentido común permite inmediatamente saber si es correcto o no.
Aunque no hay que olvidar que somos homosapiens y tal como lo canta Juanjo Montecinos, “ni el hombre cromañón, ni el hombre neandertal, fue tan weon, irracional tantos años atrás (…) así es el homosapiens, así es el homosapiens, así es el homosapiens, sapiens, sapiens, sapiens, sapiens, PIENSA WEON, PIENSA”.
En todo caso, mientras el homosapiens se esmera en pensar, los Kultrunes siguen sonando, ratificando la convicción que existe en el pueblo mapuche huilliche por defender su espiritualidad, esa absolutamente palpable en la mirada de la machi Millaray y su gente, cuando gritan fuerte: KINTUANTE NO SE VENDE, SE DEFIENDE.
Fuente: El Ojo (03.10.2011)