Fotografía: El Diario La Aurora publicó esta escena en el que se observa un grupo de mujeres mapunche de Forrahue rumbo a la morgue de Osorno | La Aurora de Valdivia (27.10.1912)
La «Matanza de Forrahue» es, sin duda, uno de los hitos más importantes de la historia de la Fütawillimapu. La brutalidad ejercida por la fuerza pública para dar cumplimiento a una orden judicial de lanzamiento contra familias mapunche del sector de Forrahue -avalando la usurpación de nuestro territorio ancestral a través de maquinaciones seudolegales- marcó el fin de una época sangrienta. A más de cien años de aquel sábado 19 de octubre de 1912, compartimos la versión de los hechos informada por el Mayor Julio Frías, funcionario de Carabineros al mando del desalojo.
Tras el conocimiento público de los sangrientos asesinatos cometidos por carabineros y funcionarios policiales contra familias mapunche de Forrahue, el Senado chileno solicitó al Ministerio del Interior informar referente dichos sucesos. Según consta en la «Sesión 4.ª estraordinaria en 21 de octubre de 1912«, páginas 115 a 117, el Ministro del Interior, Guillermo Barros Jara, dio a conocer el informe del Mayor Julio Frías enviado al gobernador interino de Osorno, Carlos Guillermo Fuschlocher:
«Tambien se me ha dicho que el señor Senador por Aconcagua ha pedido datos sobre los sucesos de Osorno.
El Ministro que habla deplora, como el que mas, esos hechos i desea que el Senado tenga conocimiento cabal de lo que ha pasado. Por esto me permito rogar al señor Secretario que se sirva dar lectura a un telegrama que he recibido sobre el particular i que envío a la Mesa.
El señor Secretario.- Dice así:
«Osorno, 2º de octubre de 1912.- Señor Ministro del Interior.- Santiago.- En este momento mayor Frias, jefe sesto grupo Carabineros, me pasa el siguiente parte:
“Tengo el sentimiento de poner en conocimiento de US. los hechos ocurridos hoi con motivo del embargo en lanzamiento decretado por el Juzgado de esta ciudad contra los ocupantes de hijuelas de propiedad de don Atanasio Búrgos.
A las 6 A.M. me trasladé con tropa de carabineros i policía, en número de cuarenta i cinco hombres, acompañado del señor Ministro de fe, don G. Soriano, al lugar donde debíamos practicar el lanzamiento.
Al llegar, algunas cuadras ántes, se dejó sentir en las alturas ocupadas por los indios, toques de un instrumento que éstos usan para reunir su jente i por las esploraciones que hice practicar, me cercioré de que estaban reunidos en actitud hostil en la posesión del indíjena Juan Acun, no siendo posible acercarme a caballo por las cercas i palizadas puestas delante de las casas.
Fotografía: Subinspector Valenzuela | La Aurora de Valdivia (27.10.1912)
Dispuse que desmontasen diez hombres de carabineros i cinco de la policía, i con ellos i los oficiales, capitan Vío, alférez Rosas i subinspector Valenzuela, avancé resueltamente saltando la palizada hasta el patio delantero de la casa; ahí pude ver que ésta estaba llena de indios i mujeres, todos armados. Unos con armas de fuego, otros con palos i horquetas i algunas mujeres con tiestos de agua caliente. Con la tropa en actitud de repeler cualquier ataque, procedió el Ministro de fe a darle lectura nuevamente a la órden; la que fué recibida con gritos i amenazas. A mi me vez, les hablé en el sentido de que debian someterse a cumplimiento de la órden; que era inútil que se resistieran, que se fijaran en la consecuencia, que estaba dispuesto a repeler con toda enerjía cualquier ataque que me hicieran, etc. Hablé por espacio de diez minutos, agotando todos los medios prudentes. Los indios siempre me contestaban diciéndome que estaban todos dispuestos a morir i que me atreviera si quieria a atacarlos.
En vista de esta actitud, i como había al lado afuera algunos indios, dispuse que parte de mi tropa les fuera encima para tomarles; pero se resistieron tan tenazmente, agrediendo a la tropa a garrotazos, arrojando agua caliente i disparando armas de fuego del interior de la casa, i viendo que caía el primero Pascual Segundo Arias, de carabineros, i un guardian de la policía, ordené, entonces, disparar contra los agresores i al mismo tiempo asaltar la casa por el frente i sus costados. Despues de quince a veinte disparos, ordené cesar el fuego i pude ver a muchos que huían por detrás de la casa hácia el monte, mui tupido en esa parte, con sus armas.
Ya dominados los indios, entramos al interior i pudimos ver, desgraciadamente, los estragos ocasionados por la resistencia i el ataque. Cayeron heridos de los nuestros, los siguientes: sargento primero Pascual Segundo Arias, con un balazo en el vientre i heridas graves en la cabeza; sargento segundo Luis A. Cártes; cabo primero José S. Acevedo i carabinero Manuel Ortega, con contusiones en el cuerpo i quemaduras con agua caliente.
De la policía: guardian segundo Tomás Olate, contusiones en un pié; guardianes terceros Blas Martínez, herido en la frente, i Pedro Avila, con contusiones en el cuerpo i quemaduras con agua caliente.
De parte de los agresores los indígenas: José del C. Quinao, Juan Treumun, Juan Fermil Llaitul, cabecilla Francisco Acun, José del Cármen Marrian, Florentin Panguinao, Juan Acun i Candelaria Colil; estos dos últimos fallecieron en el hospital. Muertos: Antonio i Francisco Treemun, José M. Panguinao, Tránsito Quintul, Antonio Lilian, Antonio Panguinao, armado con carabina Máuser, fué multado por el Juzgado el 16 de octubre del presente año por ebriedad i cometer desórden en la Gobernacion; Candelaria Panguinao, Cármen Panguinao, Anjela Ranque, Carolina Guamai i Cármen Haitul.
Imagen: Bala encontrada tras la Matanza de Forrahue | J. V. S.
Se tomaron presos a los indígenas: Estéban i Florentin Llaitul, Pedro José Acun, José Antonio Quintul, Toribio Mario, María Suilitraro i Francisco Acun.
Procedí en seguida a recoger los heridos i muertos, acondicionándolos lo mejor que se pudo en carretas, para ser trasladados a esta ciudad i con la tropa continué avanzando hácia las demás posesiones que creía tambien harian resistencia; pero, felizmente, no hubo para qué emplear la fuerza, pues ya habían huido, dejando solo algunas mujeres que dócilmente estaban dispuestas a desocupar sus posesiones.
Se alcanzó a notificar a ocho vivientes, quedando para mañana el resto.
En prevision de cualquier nuevo ataque, dejé quince carabineros, al mando de un oficial, para ausiliar i protejer a los desocupantes.
Las armas que le fueron quitadas a los indios son las siguientes: cuatro escopetas, un rifle, siete cuchillos, una lanza antigua, tres machetes, dos hechonas, una hacha, un fierro largo, un martillo i cuarenta i tres garrotes.
Los heridos fueron trasladados al hospital i los muertos i reos al cuartel de policía.
Esta es la relacion exacta de lo ocurrido, i que en cumplimiento de mi deber, pongo en conocimiento de US. Creo mi deber comunicar a usted, lamentando lo anterior, que ha sido inevitable.
Actualmente todo está tranquilo i la opinion pública i la prensa sienten lo sucedido, pero dan razon a los carabineros, porque no ha podido procederse en otra forma en vista de los ataques i del número de los amotinados.
Juez letrado instruye correspondiente sumario.- Fuschlocher.»».
Sin ahondar en una lectura contextualizada, crítica y profunda, destacamos algunos puntos:
- Como se puede apreciar, al momento de la entrega del informe hay 13 muertos, incluyendo dos fallecimientos en el hospital (posteriormente se sumaría el fallecimiento de otros dos heridos, de acuerdo a la recopilación de nombres realizada por la prensa).
- No se informa si alguna de las mujeres detenidas o asesinadas presentaba estado de embarazo.
- No se informa la edad de los asesinados y detenidos, en particular para el caso de los menores de edad.
- Los «agresores» son los «indios».
- Curiosamente, a pesar de que los «indios» tenían varias armas, ninguno de los funcionarios policiales resultó muerto, informándose la herida por un disparo de solamente un funcionario. Queda la duda (razonable) de que el funcionario herido se haya disparado accidentalmente o que a uno de sus compañeros se le haya escapado un tiro durante la refriega.
- En lo concreto, ningún funcionario policial resultó con riesgo vital.
- La trutruka anunció a las familias de Forrahue la llegada de la fuerza pública.
- El Mayor Frías no parece haber quedado con remordimientos por la masacre que desencadenó.
- Tras el enfrentamiento los desalojos continuaron al menos hasta el día siguiente, no teniendo resistencia de parte de las restantes familias.
- Es altamente probable que la «opinión pública» osornina y la prensa avalaran el bárbaro actuar de la policía durante el lanzamiento.
Dejamos este documento para la reflexión de nuestras lamuen y nuestros peñi, para que no olvidemos el ejemplo de valor y amor a nuestra Ñuke Mapu que nos dejaron hace más de un siglo los valientes y las valientes mapunche de Forrahue.
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Jamas nuestra juventud, debe desconocer estos hechos. Es la forma de mantener vivo el amor por nuestra ñuke mapu. Y valorar las vidas de nuestro antepasados, que la dieron por nosotros…