Fotografía: Miguel Cheuqueman | ITL
«En momentos como este se requiere que los culpables reconozcan sus errores, den un paso al costado y se cambie definitivamente la ley de pesca. También debe perseguirse criminalmente a los parlamentarios involucrados en corrupción y darle a Sernapesca el carácter que debería tener, es decir, un ente fiscalizador. Pero lo más importante es que las salmoneras entreguen las concesiones que tienen y compensen el daño ambiental que han provocado a los pescadores y comunidades LAFKENCHE.»
UNA MUERTE ANUNCIADA
Tal como el clásico de la literatura “Crónica de una muerte anunciada”, las costas del sur de Chile sufren las consecuencias de años de explotación y contaminación, siendo los agentes del gobierno y grandes empresarios los testigos mudos de la muerte de un inocente, el mar.
Muchos hemos lamentado la muerte de especies marinas que han sido el sustento de miles de familias, la mayoría perteneciente a comunidades LAFKENCHE, quienes sufren de una crisis social y económica producto del desastre sanitario ocurrido en la Región de Los Lagos. Nuestros hermanos y hermanas han visto desaparecer paulatinamente una fuente de vida, pero también han percibido como se desvanecen años de tradición y cultura. Ser pescador artesanal en las costas de Chile es sinónimo de superviviente, por deber subsistir en un medio altamente contaminado, es decir, un basurero de grandes proporciones.
Hace unas semanas fuimos testigos de cómo el gobierno decretaba zona de catástrofe las costas de la región, indicando que la temida Marea Roja era la culpable de la mortandad de cientos de peces en las aguas de nuestro sur, pero con el paso de los días fuimos esclareciendo la verdad tras ésta declaración. No era sólo el aumento de microalgas, era el resultado de la contaminación provocada por las poderosas pesqueras, quienes autorizadas por entidades gubernamentales, lanzaron al mar toneladas de peces muertos. Una catástrofe ambiental provocada por nuestros dirigentes y su poco criterio. Considerando lo anterior me pregunto, ¿Qué ocurre con el trabajo de Sernapesca?, ¿Ha fiscalizado la salmonicultura y pesca industrial?, ¿han cumplido con su rol?, ¿Se han pesquizado posibles acciones antiecológicas? Creo que no. Muchos creemos que no. Como resultado de esta ineficiencia tenemos el resultado que hoy nos afecta. Una contaminación monstruosa y aniquilante.
La compensación que nos da el gobierno es irrisoria e insuficiente, como también altamente discriminatoria hacia todas las comunidades LAFKENCHE, ya que desconoce el derecho consuetudinario reconocido por la ley 20.249 a las comunidades de la zona. Las cuales tienen presentadas 26 solicitudes de espacio costero marino de pueblos originarios, donde el estado ha reconocido uso consuetudinario ligado el borde costero, lo que convierte a las comunidades mapuche lafkenche en usuarios legales del mar, por lo tanto, se constituyen como afectados y objeto de indemnización.
Fotografía: La actual Ley General de Pesca y Acuicultura fue impulsada por ex ministro de Economía del Gobierno de Sebastian Piñera, Pablo Longueira | vcc.cl
En momentos como este se requiere que los culpables reconozcan sus errores, den un paso al costado y se cambie definitivamente la ley de pesca. También debe perseguirse criminalmente a los parlamentarios involucrados en corrupción y darle a Sernapesca el carácter que debería tener, es decir, un ente fiscalizador. Pero lo más importante es que las salmoneras entreguen las concesiones que tienen y compensen el daño ambiental que han provocado a los pescadores y comunidades LAFKENCHE.
En estos momentos se hace necesaria una propuesta a futuro. Un camino, una senda, una salida. Los pueblos originarios tenemos una respuesta hace 25 años, la que sólo hace 7 es ley de la república, me refiero a la “Ley que crea el espacio costero marino de pueblos originarios”, N° 20.249 o más conocida como la “Ley LAFKENCHE”. En ella se da cuenta de una nueva forma de organizar y administrar el borde costero. La oportunidad de hacer converger varias miradas sobre un espacio marítimo, logrando mantener un equilibrio entre comunidades indígenas, pescadores artesanales, recolectores, empresarios turísticos, conservacionistas, entre otros. Lo llamamos “Plan de administración del espacio costero”, donde se organizan, regulan y priorizan los usos sin excluir a ningún actor. Es organizar, ver y entender el mar aplicando responsabilidad y autocontrol en la gobernanza de los recursos marinos. Considero que hoy es la oportunidad para que nuestro país valore sus recursos naturales y resguarde el futuro de nuevas generaciones.
Miguel Cheuqueman dirigente lafkenche
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