Fotografía: Edmundo Winkler Raddatz | A. Haase
“El cadáver de mi padre lleva hasta la fecha 6 días sin ser sepultado los tienen en Puerto Varas a él y su caballo también con varios balazos en el pecho y a mi hermano en el Hospital de Puerto Montt con cinco balazos en su cuerpo y otro indígena que está herido de gravedad en ese lugar de la reyerta.”
José Antonio Pailahueque, Puerto Montt, 17 de noviembre de 1916
CONTEXTUALIZANDO LOS HECHOS
“Villa Alegre”, en las cercanías de Frutillar, actual provincia de Llanquihue, sería el escenario del enfrentamiento entre la müchulla Pail’a Weke y el grupo liderado por Edmundo Winkler. De acuerdo al denuncio de los Apo Ülmen de Osorno, “Villa Alegre” quedaba en un camino vecinal que conectaba el sector Colehual con la Estación de Frutillar. Como hemos señalado anteriormente, Winkler afirmaba que Villa Alegre era de su propiedad, mientras que la müchulla Pailahueque sostenía que dichas tierras eran fiscales en base a una minuta existente en el Conservador de Bienes Raíces de Puerto Montt y con el precedente de haber ganado un juicio contra el leupe lonko.
Los antecedentes que hemos recopilado confirman el lunes 13 de noviembre de 1916 como el día del asesinato de Juan Pailahueque. En lo respecta a la hora de los sucesos, la única referencia disponible aparece en el denuncio de los Caciques de Osorno, documento que sitúa temporalmente los hechos al srangin antü (mediodía).
Referente a los participantes del enfrentamiento, de parte de la müchulla Pailahueque se conocen los nombres de Juan Pailahueque, Pascual Pailahueque y José Antonio Pailahueque. Del resto de la müchulla no hemos encontrado mayores antecedentes. Por parte de los leupe lonko se conocen los nombres de Edmundo Winkler Raddatz, Guillermo Held Schönherr (cuñado de Edmundo Winkler) y Carlos Hechenleitner (¿Kalisch?). Estos tres hombres, con domicilio en el antiguo Departamento de Llanquihue, habrían sido acompañados por un número indeterminado de individuos (“mozos”).
Es probable que los protagonistas de esta historia se conocieran muy bien entre sí y, probablemente, hayan tenido más de algún “cara a cara” antes del 13 de noviembre. Esto se concluye de la existencia de un juicio previo y la información no comprobada -y probablemente tendenciosa- de parte del Inspector General José T. Agüero quien señala que Edmundo Winkler era “patrón” de Juan Pailahueque, habiendo colocando a este último en Villa Alegre como su “vaquero”. Según Agüero, Pailahueque habría aprovechado las circunstancias para solicitar la radicación por Título de Merced.
Un último antecedente a tener presente, es que al momento de producirse el enfrentamiento, la müchulla Pail’a Weke tenía la posesión material de Villa Alegre por un periodo de 4 a 10 años. Por tanto, se puede concluir que el objetivo Winkler y su gente era expulsar a los Pailahueque de dicho predio con o sin orden judicial.
En base a las fuentes a las que hemos tenido acceso, que en su gran mayoría parten destacando el carácter “confuso” de los sucesos de Villa Alegre, trataremos reconstruir los hechos de aquel 13 de noviembre.
SE DESATA EL ENFRENTAMIENTO
De acuerdo a la denuncia de José Antonio Pailahueque, el lunes 13 de noviembre de 1916, Edmundo Winkler y sus acompañantes intentaron construir un “edificio” en la tierra ocupada por los Pail’a Weke en Villa Alegre, frente a lo cual Juan Pailahueque salió para interrumpir dicha acción y –con seguridad– expulsarlos de su tierra. Esta versión se corrobora con los antecedentes que aporta “Organizaciones, Líderes y Contiendas Mapuches (1900 – 1970)” de Foerster y Montecino, que de acuerdo al diario El Correo del Sur y el Diario Austral de Temuco confirma que Winkler y sus acompañantes (Held, Hechenleiter y dos mozos) se dirigieron a “su fundo Villa Alegre a terminar una casa para un inquilino”.
Por tanto, Winkler pretendía tener construcciones en la tierra de los Pailahueque para, seguramente, demostrar su “posesión efectiva” de Villa Alegre y lograr su reconocimiento como como dueño legal. Sin duda esto fue un atropello que los Pailahueque no dejaron pasar.
Por su parte, los Apo Ülmen de Osorno añaden que el enfrentamiento y el asesinato de Juan Pailahueque se produjo por que los leupe lonko “no pudieron conseguir con el finado Pailahueque que se retirara de esas tierras Fiscales es el único motivo que causó la muerte a este indígena [sic]”.
De acuerdo a las informaciones de prensa recopilados por Foerster y Montecino, al llegar Winkler…
“fue acogido en medio de insultos por parte de un indígena llamado Juan Pailahueque y su familia, con quienes el señor Winckler ha venido sosteniendo un largo y molesto juicio sobre el dominio de esas tierras. El señor Winckler habíase desmontado cuando del interior de la casa de Pailahueque rompió una descarga de escopetas y revólveres, al mismo tiempo que una partida de 20 o más indígenas, premunidos de distintas armas, aparecía amenazante”.
En este escenario Winkler habría sido impactado por una bala, siendo sus acompañantes “acosados” por algunos mapuche hasta que…
“Pailahueque padre, un viejo mocetón, armado de un garrote, avanzó hacia el lugar en que el señor Winckler había caído, pero éste había logrado parapetarse tras el tronco de un árbol, y herido como estaba se preparó a defender o vender cara su vida. Pailahueque… arrebató a uno de sus hijos un revólver y se lanzó haciendo disparos… las balas y municiones llueven en torno al parapeto del señor Winckler”.
Siguiendo a Foerster y Montecino, mientras el señor Winkler era atacado, sus acompañantes habrían ido a pedir ayuda a Frutillar. A su regreso encontraron a Edmundo Winkler con heridas leves, a Juan Pailahueque muerto y gravemente herido a Pascual Pailahueque quien junto a otros mapuche fueron detenidos por carabineros, siendo sindicados como “asaltantes del señor Winckler”.
Por su parte José Antonio Pailahueque, también expone su versión de los hechos:
“[…] veníanse a construir su edificio en nuestras posesiones y como estos creyeronse interrumpidos por mi padre y que él debía prohibirles esos trabajos veníanse armados todos estos con sus respectivos revólveres directos a quitarnos nuestras vidas, viéndose perdidos ellos de todos sus proyectos entonces el alemán Edmundo Winckler le disparó a mi padre en el corazón dos balazos de pistolas y a mi hermano Pascual Pailahueque cinco balazos en las extremidades. El hermano mío herido como estaba tomó una escopeta que tenía en su pieza y le disparó un tiro de municiones dándole algunas sin daño grave en las extremidades…”
De acuerdo a José Antonio Pailahueque, tras asesinar a su padre, Winkler es herido por su hermano Pascual tras lo cual…
“[…] vino otro alemán Guillermo Held a balearnos en general hiriendo hacia otro indígena de gravedad que no se sabe si vive o muere de estas reyertas vinieronse un grupo como de treinta alemanes a concluirnos haciendo miles de inequidades no solo en nuestros hogares votaban nuestros ranchos sino también baleándonos a todos y a otros vecinos de nuestra raza indígena y tomando individualmente a unos diez indígenas presos por sus propias fuerzas y caprichos para asesinarlos y de esta forma despojarlos de sus suelos…”
Frente a la agresión, José Antonio se dirigió a Puerto Montt para denunciar a Winkler y sus acompañantes:
“yo tuve que venirme en el mismo día a dar cuenta a la justicia de la muerte de mi padre y poner en conocimiento hasta en la intendencia de estos audaces abusos que estos cometen con nosotros los que con nuestros justos reclamos no hemos adquirido nada favorable con nuestra justicia de Puerto Montt hay una gran premeditación que lo hace el dinero señor”.
CONSECUENCIAS
De la incursión de Winkler, Held, Hechenleitner y sus acompañantes a las tierras reclamadas por los Pailahueque, se tuvo como resultado la muerte de Juan Pailahueque; heridos graves a Pascual Pailahueque y otro mapunche no identificado; y herido leve a Edmundo Winkler. No tenemos antecedentes de otros muertos o heridos.
Según denuncia José Antonio Pailahueque, no bastando con asesinar a su padre, su cadáver fue retenido impidiendo su sepultación…
“El cadáver de mi padre lleva hasta la fecha 6 días sin ser sepultado los tienen en Puerto Varas a él y su caballo también con varios balazos en el pecho y a mi hermano en el Hospital de Puerto Montt con cinco balas metidas en su cuerpo y otro indígena que está herido de gravedad en ese lugar de la reyerta”.
Como vimos anteriormente, los mapunche detenidos –entre los que se cuenta a Pascual Pailahueque– fueron acusados de atacar al “señor” Winkler. La información –que no hemos podido corroborar– referente al proceso judicial contra los detenidos señala que el juez de Frutillar Fernando Hechenleitner (¿Menge?) determinó su culpabilidad y consecuente encarcelamiento por el cargo de agresión.
En “Haciendas y campesinos”, Bengoa añade la información de que la Sociedad Indígena Caupolicán se habría hecho cargo de la defensa de los mapunche detenidos, destacando la figura de Manuel Manquilef uno de los primeros diputados de nuestro Pueblo. De acuerdo al Diario Austral del 16 de noviembre de 1916, Manquilef envió un telegrama a un destinatario no identificado que decía: “De Osorno se comunica a Sociedad Caupolicán que Edmundo Winkler asesinó a Juan Pailahueque en Frutillar: pedimos a Ud. el amparo correspondiente, rogando que la protección al débil sea eficaz y enérjica”.
Fotografía: Diputado Manuel Manquilef | bcn.cl
Finalmente, destacamos que ni las denuncias de José Antonio Pailahueque y los Apo Ülmen de Osorno, ni la carta del Inspector General de Tierras y Colonización aportan más información referente a los detenidos mapunche.
¿Y qué pasó con Edmundo Winkler?
Desconocemos si fue trasladado a algún hospital o si fue atendido en un recinto particular. Queda claro, eso sí, que en un principio no fue tomado detenido como sí fue el caso de sus “agresores”.
Estando Winkler en libertad y retenido el cuerpo de su padre, en su carta al presidente chileno Juan Luis Safuentes, José Antonio Pailahueque escribe:
“[…] pido ser atendido bajo la justicia ordinaria del pueblo de Puerto Montt como es debido como las leyes que corresponden a una justicia estricta y cumplidora para así poder ser respetados nuestros justos derechos y no se vuelvan a repetir en adelante otros crímenes de esta baja naturaleza que desprestigian con esto a nuestro pobre país y ¿por quién? Por manos alemanas. Pido amparo y justicia y garantías ante la república de Chile ante nuestro gobierno y ante las autoridades de Puerto Montt para que se castigue al criminal como nuestras leyes obliga cumplir y se entierre el cadáver del desgraciado de mi padre que con venganzas mezquinas se le quitó su triste vida que Dios le había adornado en el desventurado mundo de los vivos”.
Por su parte, los “Caciques” de Osorno desconfiaron de la imparcialidad del proceso. Solicitaron al presidente de Chile el envío de un Ministro de Fe de la Corte de Apelaciones de Valdivia para seguir de cerca las diligencias del proceso llevado por el Juzgado de Puerto Montt. En su solicitud y denuncia, los Apo Ülmen también aportaron con el nombre de testigos mapunche de los hechos sucedidos aquel 13 de noviembre. Desconocemos si habrán sido considerados en la investigación contra Winkler, Held y Hechenleitner.
Todo indica que las denuncias de la parte mapunche fueron atendidas por el Inspector General de Tierras y Colonización, José T. Agüero, quien en el documento ya señalado anteriormente, informa que en el marco del sumario iniciado en el Juzgado de Puerto Montt se despachó una orden de prisión contra Edmundo Winkler por la muerte de Pailahueque, orden que no sabemos si se llevo a efecto. En lo que respecta a la visita de un Ministro de Fe de la Corte de Valdivia, Agüero expresó su convicción de que no había mérito suficiente para decretarla.
Después de revisar todos los antecedentes a nuestra disposición, tras los sucesos del 13 de noviembre la información de que Edmundo Winkler fue el autor del asesinato de Juan Pailahueque no parece haber sido desmentida en ningún momento.
Otra de las tristes y dolorosas consecuencias de los sucesos de “Villa Alegre”, es que dichas tierras quedaron bajo el dominio de Winkler.
COMENTARIOS Y DUDAS
Sin el ánimo de realizar un análisis exhaustivo de esta historia, lo que no es posible debido a la escasa cantidad de fuentes a las que tenemos acceso, parece evidente que los medios periodísticos de la época (diarios) no disimulan su parcialidad: se observa un trato diferente entre el “señor Winkler” y el “indígena” y “viejo mocetón” Pailahueque.
La prensa “informó” los hechos desde la perspectiva del “largo y molesto juicio” del señor Winkler contra la familia Pailahueque, quien además son los agresores en el enfrentamiento. Se suma a lo anterior que debido sus heridas (leves), a la lluvia de balas que caían sobre él (sin generarle ninguna otra lesión) y a que sus acompañantes fueron a pedir ayuda (lo que puede ser calificado al menos como “curioso”), Winkler no tuvo otra opción que hacer uso de la “legítima defensa” y matar a Juan Pailahueque. Se omite intencionadamente la versión de la parte mapunche que, como hemos visto, contradice varios aspectos.
Teniendo en consideración que el Inspector General José Agüero rechazó la idea de enviar un Ministro de Fe a Puerto Montt, que la prensa legitimaba la autodefensa de Winkler, que existe una denuncia en el Senado en 1919 referente a despojos de tierras contra familias mapunche y chilenas ordenados por Edmundo Winkler, y al procesamiento de los mapunche detenidos como “agresores”, lo más probable es que el señor Winkler no pasó ni un solo día tras las rejas. Reiteramos que no tenemos conocimiento si la carpeta judicial del caso existe en la actualidad.
Un detalle “interesante” es que el caballo de Juan Pailahueque, según denuncia su hijo José Antonio, también fue baleado y retenido… ¿Estaba Juan Pailahueque sobre su caballo mientras era acribillado por Winkler el cual que claramente no estaba “parapetado” como decía la prensa? ¿Se le disparó al caballo en forma previa para amedrentar a los Pailahueque? ¿Por qué fue retenido el caballo? Aquí se desprenden varias hipótesis que dejarían en evidencia la violencia de Winkler y su gente.
Por otro lado, no es posible corroborar que Juan Pailahueque haya sido “cacique” (lonko, ülmen o Apo Ülmen), por lo menos las informaciones de su hijo y los Apo Ülmen de Osorno nada mencionan al respecto. Bengoa reitera la idea del “cacique” Pailahueque siguiendo las informaciones de los diarios de la época por lo que es probable que Juan Pailahueque se haya presentado en alguna oportunidad bajo esta figura.
Hacemos notar que lo acontecido a los Pail’a Weke marca un cambio de actitud en la defensa territorial en la Fütawillimapu. Al comparar este caso con la “Matanza de Forrahue” de 1912, se observa que los Pailahueque utilizaron intencionadamente armas de fuego para defenderse, lo que a la luz de un análisis en detalle no ocurrió en Forrahue. Esta nueva postura defensiva se irá repitiendo en otros casos durante la primera mitad del siglo XX, incluso frente a desalojos policiales como la «Matanza de los Canquiles» en 1941.
Por otro lado, es importante tener presente que la müchulla Pailahueque no sería originaria de Villa Alegre. De acuerdo a las informaciones que hemos podido recopilar, probablemente Juan Pailahueque y su gente fueron expulsados de la antigua subdelegación de Cancura, frente a lo cual tuvieron que encontrar un espacio de tierra fiscal (escaso por aquel entonces por la maquinaria fradudulenta de apropiación de tierras) para solicitar su radicación por Títulos de Merced, objetivo que no se cumplió. Importante recordar que la radicación (o «muerte lenta») por Títulos de Merced se decreta en territorio williche recién en 1906, logrando «asegurar» la propiedad de una ínfima parte del territorio mapunche en comparación a los Títulos de Comisario (ver link).
Era Juan Pailahueque un trabajador de Winkler, fue devuelto su cadáver, que pasó con los detenidos y cuál fue el destino de la familia Pailahueque tras el asesinato, son cuestiones que aún no hemos podido averiguar. También desconocemos si existe algún texto autobiográfico de Edmundo Winkler que se refiera a los sucesos de aquel 13 de noviembre. Sin duda su versión ayudaría a llenar los vacíos en esta historia.
NÜSRÜF NÜTRAM
El caso de Manuel Huentelicán (Wente Likan) no es el único precedente al asesinato de Juan Pailahueque (Pail’a Weke). Tras el asesinato de este último los Apo Ülmen (“Caciques”) del entonces Departamento de Osorno señalaban…
“[…] desde varios años hasta esta fecha se nos viene molestando de miles de maneras ya sea por medio de lanzamientos, asaltos robos y asesinatos que sin miramiento alguno ni respeto a las autoridades nos siguen molestando los particulares Chilenos y los Colonos Extranjeros nada más que por el hecho que todas estas personas tratan y han tratado acabar con todo lo que tenemos y además con nuestras vidas”.
Afirmamos -sin temor a equivocarnos- que la violencia, lanzamientos, quema de siembras, hostigamientos y asesinatos eran prácticas sistemáticas (“fillantü koshke”) contra nuestras antiguas familias mapunche durante el proceso de expansión de los colonos alemanes por toda la Fütawillimapu en la segunda mitad del siglo XIX. En esta expansión, nuestros kuifi ke tse mongen no tuvieron la posibilidad defenderse frente a las violaciones de sus derechos fundamentales, situación que recién comenzaría a cambiar en los «casos» posteriores a la Matanza de Forrahue, cuando los y las mapunche empiezan a mostrar una actitud más decidida en la defensa de nuestra Ñuke Mapu.
Fotografía: El año 1959 Edmundo Winkler donó un predio de 30 hectáreas a la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile en Frutillar Bajo. Dicho predio es actualmente una reserva forestal que lleva su nombre | forestal.uchile.cl
Sin embargo, es importante dejar establecido que -por el momento- no podemos estimar la cantidad de hechos de sangre contra familias mapunche vinculadas a la expansión de los leupe lonko en el periodo señalado. Como mencionábamos en la primera parte de esta publicación, los recién llegados lograron tener gran influencia o simplemente tener el control de la prensa, tribunales de justicia, notarías, abogados y todo el aparataje político-económico de la región. Frente a esto, las referencias escritas de las atrocidades cometidas son muy fragmentarias y, por lo general, no ahondan en detalles específicos de los casos. Recomendamos en este punto, revisar el Memorial de 1894 de los Apo Ülmen de la zona de Osorno.
La memoria oral tampoco pudo retener cabalmente los detalles de nuestra historia, lo que se explica por las dificultades para comprender el winka süngun en aquellos tiempos, el limitado actuar de los “Protectores de Indígenas”, las familias enteras quemadas vivas que pasaron al olvido, el terror y la resignación. Sin embargo, la memoria oral sí es muy específica en el sentimiento de amargura, rabia y miedo que se percibe en los nütram de nuestra gente mayor… difícil poder borrar las heridas dejadas, por ejemplo, por “los trizano”.
¿Cómo podríamos pretender olvidar todo lo que nos ha ocurrido? Si hoy somos ciudadanos de segunda o tercera categoría, los más pobres entre los pobres, los más enfermos entre los enfermos, los flojos, los borrachos, los violentistas o terroristas, y todo lo “atrasado” y “negativo” de la sociedad chilena, no es por casualidad.
Un siglo más tarde, de las cenizas y fragmentos del pasado, recién estamos en una fase inicial de reconstrucción de nuestra propia historia.
Por Salvador Rumian C.
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Partes anteriores
Fütawillimapu: 13 de noviembre de 1916: el asesinato de Juan Pailahueque a manos de Edmundo Winkler (Parte I)
Fütawillimapu: 13 de noviembre de 1916: el asesinato de Juan Pailahueque a manos de Edmundo Winkler (Parte II)