Imagen: Los alimentos transgénicos tienen un amplio rechazo por parte de los Pueblos Originarios | www.worth1000.com
En la actualidad los «transgénicos» generan mucha inquietud y rechazo por parte de los Pueblos Originarios y el mundo campesino, lo que se debe a su inmediata vinculación con la tramitación en el senado de la llamada «Ley Monsanto»y al desconocimiento de los efectos que producen en el ser humano y la naturaleza.
Sin embargo, la «Ley Monsanto» (Boletín 6355-01) – que como se recordará es un proyecto presentado el año 2009 por la ex presidenta Michelle Bachelet -, no es la única medida legislativa en discusión en el parlamento: el año 2006 los senadores Andrés Allamand Zavala (RN), Juan Antonio Coloma Correa (UDI), Alberto Espina Otero (RN), Fernando Flores Labra (ex PPD) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (DC) presentaron un proyecto de ley llamado «Sobre vegetales genéticamente modificados» (Boletín 4690-01), situación que debiese ponernos en estado de alerta.
Cómo una forma de aportar a la información oportuna y crítica referente a los transgénicos, su regulación actual y las reformas en discusión, hemos pedido a nuestro peñi Roberto Bahamonde, Ingeniero Agrónomo, la elaboración de un documento basado en las preguntas más frecuentes relacionadas a los transgénicos y sus correspondientes respuestas lo más claras, objetivas y resumidas posible, trabajo que compartimos con todos y todas ustedes.
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Ley de transgénicos
¿Qué es un organismo genéticamente modificado?
Es un ser vivo cuya información genética ha sido modificada de forma intencional y mediante técnicas de laboratorio para obtener alguna característica que se desea que tenga, como un tamaño mayor, mejor resistencia a alguna enfermedad o un color diferente. En toda la historia de la humanidad se han hecho modificaciones genéticas, pero se han basado en la selección (ej.: irse quedando solamente con los perros de orejas largas y buen olfato) o en la multiplicación de formas nuevas (ej.: zanahorias naranjas). No hay grandes diferencias en el resultado, solo en las técnicas, la exactitud y el tiempo.
¿Qué quiere decir información genética?
El cuerpo de todo ser vivo está formado por células y cada célula lleva cromosomas, que son una especie de “manual de instrucciones” para formar a ese ser por completo. Los cromosomas están formados por hebras de ADN y es en estas hebras donde se guarda la información. Esa información se puede “leer” con ciertas técnicas y saber, por ejemplo, de qué color será la lana de un animal o si una arveja será de mata o de guía. Estas características pasan a la descendencia de un ser vivo y por eso es que los hijos se parecen a sus padres. Se habla de clones, cuando dos o más seres vivos tienen exactamente la misma información genética, por ejemplo, en personas gemelas o entre todas las papas de una misma variedad.
¿Qué son los transgénicos?
Son seres vivos en que se han hecho modificaciones en su información genética y contienen información procedente de seres vivos de especies o incluso reinos muy separados. Por ejemplo, existen tomates que llevan genes de peces de profundidad para que resistan mejor las bajas temperaturas de almacenamiento o plantas de tabaco que cuando están maduras dan luz porque tienen genes de luciérnaga. En la agricultura se usa principalmente el maíz que contiene una sustancia que mata a los insectos y por lo tanto, en teoría, ya no hace falta combatir a las plagas con insecticidas; y la soya que resiste el herbicida glifosato, de manera que pueden matar las malezas y la soya no sufre daño.
¿Por qué se hacen organismos genéticamente modificados?
Existen diversas características que no pueden obtenerse por cruzamiento tradicional o por selección y, una vez que las técnicas de modificación genética están disponibles, a muchos les interesa contar con estas características. Por ejemplo, tomates de larga vida o vacas que producen insulina junto con su leche. Ante el aumento de la población mundial y el mal reparto de los recursos entre países ricos y pobres, hay preocupación por cómo alimentar a cada vez más personas en cada vez menos espacio y con menos agua. Los organismos genéticamente modificados podrían ser parte de esta solución.
Otras razones son menos confesables ante el público: quien hace una nueva variedad de tomate larga vida (o de marihuana mucho más potente) espera recibir compensación por su trabajo y ser el vendedor exclusivo. Por eso, cada innovación se patenta y quienes la usen deben pagar un impuesto al creador. Esta actividad es un gran negocio, pues las patentes duran entre 10 y 25 años según la ley y el país. Empresas como Monsanto tienen la mayor parte de estas patentes y tienen mucho interés en que sus productos lleguen a la mayor cantidad posible de agricultores.
¿Por qué hay personas que los rechazan?
Existen varias razones distintas por las que hay personas que se oponen a la crianza de estos organismos, especialmente a su uso en la alimentación. Se pueden separar en razones ideológicas, biológicas y socioeconómicas:
– Se dice que estos organismos serían una forma de vida artificial, que jamás podría haber surgido en la naturaleza. Quienes apoyan esta postura sostienen que al hacer estas modificaciones, el ser humano está jugando con cosas que no entiende y poniéndose en un papel que le queda grande.
– Relacionado con el jugar con cosas que no se entienden bien, existe preocupación de que estas combinaciones de genes de reinos diferentes den lugar a interacciones inesperadas que hagan daño a quienes coman estos organismos o dañen al ambiente. Se teme especialmente por el desarrollo de alergias. Hasta el momento, sólo hay constancia de una alergia y de una interacción inesperada (un tomate de larga vida tenía sabor a fierro). Un temor que no es probable que sea cierto es el riesgo de que tal o cual gen insertado en un alimento pase a nuestro propio ADN y nos volvamos mutantes. Todos los días comemos ADN de trigo o de pollo y hasta ahora no hemos mutado (la posibilidad es bajísima, pero no 0).
– Se suponía que estos organismos iban a reducir el uso de plaguicidas, al venir con ellos “incorporados”, y por lo tanto, ser menos dañinos para el ambiente. Sin embargo, al atacar continuamente a una población siempre con la misma arma se logra lo que se conoce como “selección de resistencia”: si en una población normal de 2 millones de orugas, hay 2 que resistan a un insecticida, no pasará nada si se usan varios distintos o se espera que se las coman los pájaros, pero si se usa siempre el mismo, morirán 1999998 y las otras 2 tendrán campo libre para reproducirse y prosperar y con el tiempo ser 2 millones de orugas inmatables. Es lo que ha ocurrido en parte con el trigo y el maíz. Por otra parte, también existen plantas que resisten al herbicida glifosato (que resultó no ser inofensivo para el suelo y el agua, como siempre se había dicho) y todavía existe el riesgo de que la soya resistente a él se cruce con algún pariente silvestre y no se pueda controlar su expansión. Al final, el uso de estas plantas no ha significado una reducción del uso de plaguicidas y ni siquiera la reducción de los costos para los agricultores.
Fotografía: El ácido desoxirribonucleico o ADN contiene herencia biológica que se transmite de generación en generación | forbes.com
– Las plantas cultivadas usualmente proceden de una cantidad muy pequeña de ancestros silvestres y cuanto más se trabaja sobre ellas, esta cantidad de ancestros es menor. P. ej.: hay unas 4 mil variedades de papas nativas en el altiplano y unas 300 en Chiloé, todas ellas provienen de unos pocos ancestros silvestres que fueron seleccionados por diversos pueblos indígenas. Sin embargo, alrededor del 95% de las variedades de papas del mundo (más de 9000), proceden tan sólo de mejoras hechas con menos de 5 variedades de Chiloé. Y las variedades más recientes suelen tomar alguna de las anteriores para seguir refinando sus características (con algunos aportes de variedades antiguas o de plantas silvestres de vez en cuando). Esto quiere decir que se va produciendo un “cuello de botella genético” en que cada vez hay menos variedad, lo que incrementa su debilidad ante plagas y enfermedades. La relación de toda esta pérdida de diversidad con los organismos genéticamente modificados es indirecta, es decir, no quiere decir que ellos ataquen la diversidad por sí mismos. Lo que ocurre es que muchos agricultores están abandonando sus variedades antiguas porque el mercado y la publicidad los inducen a tomar estas nuevas plantas, teóricamente mejores. Un riesgo menor es que algunas de estas plantas pueden cruzarse y producirse “contaminación” de parientes silvestres o variedades antiguas, que así dejarían de ser el reservorio de diversidad que son hoy.
– Como es difícil crear organismos genéticamente modificados, las empresas que se dedican a esto establecen las reglas de uso de sus productos y convierten en un gran negocio (para ellas) la posesión de patentes. Los agricultores que deseen usar estas plantas modificadas, deben pagarles un impuesto y, usualmente, deben comprarles semilla todos los años, porque o no se reproducen o existen trabas legales para guardar semillas (esto pasa también con plantas no genéticamente modificadas, pero en ellas hay cierta libertad de elección). De esta forma, esas empresas controlan qué clase de alimentos y bajo qué condiciones se produce. Por eso, existe oposición a que aumente la superficie cultivada con estas plantas, pues ello significa darle más influencia a esas empresas y que los agricultores o incluso toda la sociedad tengan cada vez menos control sobre sus fuentes de alimentación.
¿Qué se hace en Chile con los transgénicos?
En Chile se admite el cultivo de vegetales transgénicos, siempre y cuando lo que se coseche vaya al extranjero. La ley prohibe que esos vegetales se consuman en el país o que entren alimentos para seres humanos formados a partir de transgénicos. Sin embargo, el rastreo no se hace a fondo y muchos alimentos hechos a partir de maíz o de soya que proceden de EEUU o de Argentina vienen de plantas transgénicas.
¿Qué modificaciones trae la ley en proyecto?
El proyecto de ley (boletín 4690-01) anuncia como propósito regular “la generación, manipulación y utilización de vegetales genéticamente modificados y de productos derivados de VGM, en lo que se refiere a investigación, uso confinado, cultivo, producción, introducción al medio ambiente, comercialización, importación, exportación, almacenamiento, transporte y disposición final.»
Fotografía: La Füta Wapi Chillwe (Chiloé) es una de las pocas zonas del territorio mapuche en las que se cultivan diversas variedades de papas | papasnativaschiloe.blogspot.com
Entre sus principales disposiciones se encuentran la posibilidad de obtener permiso de una autoridad regional [no se dice cuál, probablemente Dirección Regional del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y SEREMI de Salud] para cultivar plantas genéticamente modificadas, introducirlas al territorio con fines de investigación o de comercialización. Todos quienes obtengan este permiso pasarían a formar parte de un registro y estarían sometidos a inspecciones. Lo producido debe llevar una etiqueta de identificación y rotulado en caso de que difiera del organismo original en sus características nutricionales (alimento) o en su capacidad de reproducción y requerimientos de cultivo (material como semillas o tubérculos). En los lugares identificados como centros de origen de especies no podrán introducirse organismos genéticamente modificados de esa especie, a menos que se demuestre que no pueden cruzarse. Se contempla la posibilidad de que otras personas se opongan a la introducción de estos organismos en un territorio determinado y que presenten sus argumentos ante un juez, a quien le tocará decidir.
¿Cómo afectaría a los agricultores en general?
>> Positivos
- Nuevas posibilidades de cultivos y mercados.
- Desarrollo de variedades adaptadas a necesidades especiales de Chile (acidez en el sur, salinidad en el norte).
- Menores costos en ciertos insumos, como insecticidas o herbicidas.
- Incremento del valor agregado de algunos productos, p. ej.: frutas o cereales de contenido nutritivo más alto.
>> Negativos
- Dependencia mayor de proveedores de semillas y agroquímicos.
- Aumento de costo en semillas, no necesariamente reflejado en aumento de ingresos.
- Complicaciones burocráticas, tanto para los que cultiven plantas genéticamente modificadas como para quienes deseen mantenerlos alejados de sus cultivos.
¿Cómo afectaría a los campesinos e indígenas en particular?
>> Positivos
- Desarrollo de variedades diseñadas para enfrentar las condiciones de baja fertilidad en suelos marginales, como los rojos arcillosos o los de secano. Tendría que correr por cuenta de alguna institución como el INIA.
>> Negativos
- En caso de usar semillas modificadas, los mismos que para el resto de los agricultores.
- En caso de no usar semillas modificadas, posible marginación de mercados.
- En caso de no usar semillas modificadas, riesgo de contaminación con polen de plantas genéticamente modificadas, que junto con consecuencias biológicas puede tener consecuencias legales. Relevante en maíz y en algunos frutales. Si se respeta la ley propuesta, no habría peligro para el maíz y otros cultivos autóctonos en su centro de origen. Este riesgo no existe en papa, porque lo que se planta son los tubérculos, es decir, se hace clonación artesanal. Por ejemplo: si no han mutado, la primera planta de papa michuñe sigue viva muchos siglos después en todas las matas de papa michuñe del mundo).
- Peligro de apropiación de semillas tradicionales que se hagan pasar como mejoradas (ver Proyecto de Ley que “Regula derechos sobre obtenciones vegetales y deroga ley N° 19.342”, Boletín 6355-01), con la consiguiente persecución legal a los campesinos y la pérdida de sus derechos sobre sus semillas.
- En caso de usar semillas modificadas, sea por decisión propia o por acción de los asesores técnicos, peligro de desaparición de semillas tradicionales de gran valor, por su adaptación a las condiciones de la pequeña agricultura.
- En caso de usar herbicidas incluidos en el manejo de semillas modificadas, riesgo de contaminación de aguas y suelos. Estos herbicidas ya están presentes y los pequeños agricultores los usan (y mal usan), la diferencia estaría en que para ciertos cultivos genéticamente modificados, el llamado “barbecho químico” es inevitable si se quieren obtener buenos resultados.
Por Roberto Bahamonde A.
Ingeniero Agrónomo
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