¡Fill püle powüpe ta fa!


Foto: Desfile modas williche l Taller Ayun Witral

Hace unos 40 años atrás más o menos, un personaje de la época hacía más o menos el siguiente comentario: “los costeñitos – refiriéndose a los habitantes de la Costa de Osorno – no pasan más allá del puente Rahue (San Pedro), con su sombrerito hundido hasta las orejas y las mujeres con su pañuelo amarrado al pelo, no levantaban la cabeza no más para preguntar el nombre de alguna calle o de una oficina pública”.

Eran los tiempos en que la ciudad de Osorno, se caracterizaba por ser una de las más arribistas y clasista en la región, por estar compuesta por descendientes de alemanes, árabes (más conocidos como los turcos), franceses, italianos y obviamente por descendientes de españoles. Estos últimos que se establecieron desde la conquista misma, luego con la repoblación de Osorno en 1793 hasta la actualidad.  Así estos grupos de familias de colonos e inmigrantes se fueron constituyendo en una estructura social con características elitista de grandes empresarios y terratenientes por el impulso económico que le dieron a la agricultura, la ganadería y al comercio, gracias a la explotación de los recursos naturales de este territorio y gracias también a la mano de obra poco considerada de campesinos criollos y mapuche williche de la zona.

Dentro de esta urbe transitábamos los que veníamos de la costa, y poco a poco nos fuimos instalando en los alrededores de la ciudad, en la periferia, aunque muchas de nuestras lamuen ya trabajaban de muy antes “entre los ricos” como empleadas domésticas, como se decía en el campo, y más de algún hermano de jardinero o para “los mandaos”, soportando estoicamente gestos, acciones y frases discriminatorias y míseros pagos hacia a los que se les observaba rasgos y costumbres, utilizando el vocablo de “indio” para referirse a los mapuche williche.

Así las únicas oportunidades en las que los mapuche williche, traspasaban el Río Rahue, era cuando realizan algún trámite en oficinas públicas para resolver temas de tierra, o cuando el Cacique celebraba algún acto en la Plazuela Yungay y/o realizaba una visita protocolar a la máxima autoridad de la provincia, al Sr. Intendente para expresarle sutilmente que este territorio, donde actualmente se establece la ciudad de Osorno, había sido entregado por los antiguos caciques, rememorando el Tratado de Paz de 1793.

En los tiempos actuales, se han ido produciendo algunos cambios bastante interesantes, debido a ciertos procesos político-culturales surgidos de los movimientos de organizacionales ancestrales, liderados por los caciques en la década de los 80, en plena dictadura militar, apoyados por una vanguardia de líderes jóvenes  que construyen un proceso de participación y conquista de espacios negados por la institucionalidad y la sociedad dominante, como el uso de medios de comunicación, la realización de seminarios, congresos, eventos culturales y propuestas reivindicatorias territoriales, históricas e identitarias.

En la década de los 90, con la vuelta a la democracia y la promulgación de la ley indígena, aun con sus deficiencias – según quien las analice -, ha permitido que las organizaciones llámense comunidades o asociaciones y sus dirigentes han ido empoderándose paulatinamente de un proceso de recuperación socio territorial y de identidad ocupando espacios que antes era impensado que ello ocurriera. No solo las calles se han ocupado para expresar disconformidad frente los atropellos históricos y cotidianos, sino que también para demostrar presencia identitaria viviente en actividades y/o eventos culturales que se realizan.

Entre el 2000 y el 2004, se realizó en Osorno los Encuentro de la diversidad Cultural, actividad a la cual fueron convocados representantes de  las colonias residentes a participar del evento, así la colonia alemana, los franceses, la árabe-siria y española, y por supuesto a los dueños de casa: los mapuche williche. En una semana de actividades donde le correspondió a cada agrupación exponer sus comidas típicas, su música, danza y costumbres de cada pueblo.

La evaluación fue satisfactoria, exceptuando algunas falencias que acompañan siempre a los eventos que se realizan. Para la representación mapuche williche fue una oportunidad valorada desde el punto de vista de la consideración dentro de este estrato sociocultural osornino. Se rompía así por primera vez una estructura elitista desde la cultura por lo menos. Porque una de las representantes de una de las colonias participantes dice en un momento “que las comunidades williche son más organizadas que nosotros. Todo le sale más fácil” dice, finalmente.


Foto: Artesanas expositoras de eventos l Futawillimapu

Entre los meses de febrero y marzo en la provincia de Osorno, se realizaron una serie de eventos culturales que dejaron la vara bastante alta, aunque el motivo sea diverso y cuestionado por más de alguien. Sin embargo, queda en la retina que los pueblos originarios y particularmente el mapuche williche estuvieron a la altura de los tiempos. Así podemos destacar el Festival Internacional de Pueblos Originarios realizado en San Juan de la Costa, los encuentros culturales, interculturales y ceremoniales organizados por las comunidades y asociaciones williche, Días de Campo, fiestas costumbristas, eventos artísticos, etc..

De esta serie de funciones culturales en la ciudad de Osorno, una de ellas se realizó un par de semanas atrás, y que marcó un hito muy particular, por la manera en que se organizó y realizó. Un desfile modas en la que se pudo apreciar las manualidades del arte williche en la prendas confeccionadas en lana de oveja, con un estilo muy propio e identitario, porque además las modelos fueron las propias lamuen acompañados de sus wentru del Chaurakawin, de distintas edades que desfilaron en las pasarelas del Centro Cultural de Osorno, rompiendo así con uno de los estándares culturales y sociales que siempre era privilegio de la elite urbana, acomodada y clasista. Porque la belleza, ya no es entendida como la expresión de facciones o cuerpos moldeados a contra natura de la televisión y de los salones de belleza, sino de la expresión verdaderamente humana en lo natural y espiritual, con sus vivencias, en lo místico de cada rostro, de cada persona, desde su propia esencia con sus matices visuales internos y externos de su imagen morena ancestral.

Obviamente, que en estos eventos también es importante destacar el apoyo de la institucionalidad, como la Municipalidad de Osorno, que dispuso la infraestructura y los recursos para que ello sucediera así, pero la historia ya viene de antes, cuando las organizaciones williche urbanas solicitaron a las autoridades municipales la apertura de una Oficina de Asuntos Indígenas en la comuna de Osorno, y que forma parte de un proceso reivindicativo de la comunidad williche urbana. A cargo de esta Oficina actualmente está la lamuen Tania Paillacar, quien expreso que: la idea es organizar y reunir a las artesanas, porque ellas no tienen otra instancia donde se junten. Entonces la idea es juntarlas a ellas y además presentar la cultural williche desde un punto de vista más visible.

Pero las protagonistas principales, son las organizaciones urbanas y también rurales, la mayoría de ellas lideradas por mujeres, como las integrates del Taller Ayün Witral, que han ido conquistando espacios paso a paso en la selva de la burocracia y de la discriminación, con cierta parsimonia pero con tranco firme, porque así se llega lejos, como dice el dicho popular.

Una de estas dirigentes es Gladys Ancalef, Presidenta de la Asociación Waiwen Kurruf del sector Oriente de Osorno, quien en su nütram nos dice:

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Bueno, así se va reconstruyendo la trama cultural y cosmogónica del mundo mapuche williche en los actuales tiempos, y se van tejiendo redes culturales y artísticas, conquistando espacios, e instalando presencia identitaria desde nuestra realidad y morenidad local.

Fütawillimapu
@Wesrkin

Tamün srakisuam
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