¡Fill püle powüpe ta fa!


Fotografía: Vicente Pérez Rosales | Memoria Chilena

El 17 de agosto pasado [2013] se cumplieron 87 años de la creación del Parque Vicente Pérez Rosales, nombre que marca el inicio de oscuros procesos históricos en el territorio mapuche williche y la irreparable destrucción de vastas zonas vírgenes de la Fütawillimapu.

El Parque Nacional Vicente Pérez Rosales es el más antiguo de Chile. Mediante D.S. N° 552 del Ministerio de Tierras y Colonización fue creado el 17 de agosto de 1926, siendo en la actualidad parte de la Reserva de la Biosfera Bosques Templados Lluviosos de los Andes Australes.

Este parque, emplazado casi en su totalidad en la Provincia de Llanquihue, tiene una superficie de 253.789 hectáreas en las que se conservan grandes espacios cubiertos de coigues, ulmos, olivillos y arrayanes, fauna nativa y cursos de agua de extraordinaria belleza.


Fotografía: Saltos del Petrohué, Parque Vicente Pérez Rosales | Ruben Lohaus Brito

Teniendo en consideración todo el fill mongen[i] que se pretende proteger, no deja de ser al menos paradójico que el parque en cuestión tenga el nombre de quien ordenó incendiar -sin miramiento alguno- vastas extensiones de bosque nativo milenario.

RECUERDOS DEL PASADO… ¿HUMILLACIÓN DEL PRESENTE?

Apenas finalizado el reconocimiento a perpetuidad de parte del territorio mapuche williche por el Estado de Chile a través de los Títulos de Comisario, Títulos de Juez y Títulos de alcalde, a mediados de 1840, comienza la usurpación legal del territorio ancestral[ii], siendo la llegada de los leupe lonko (alemanes) el hito inicial más importante.

Para las clases gobernantes de mediados del siglo XIX, los mapuche, e incluso los chilenos de orígenes más humildes, eran considerados entes improductivos, por lo se implementó la “colonización” de los espacios “desocupados” bajo la idea de que la privatización de la propiedad sería motor de desarrollo. No es difícil concluir que lo que en realidad se buscaba por parte de las élites chilenas era una mejora racial, económica y cultural a través de la eliminación del componente mapuche.

En lo que atañe a aspectos legales, el 6 de diciembre de 1850 el Estado de Chile nombra a Vicente Pérez Rosales como Agente de Colonización. Al año siguiente, el 9 de enero, se promulga la Ley de Colonización[iii], que establece la instalación de colonos en la Fütawillimapu. Finalmente, a través de dos decretos se establecen las zonas de colonización:

  • 6 de febrero de 1851: Se decreta la colonización de Valdivia
  • 27 de junio de 1853: Se decreta la colonización de Llanquihue.

Así queda configurado el contexto en el cual Vicente Pérez Rosales hace su arribo a la zona norte del Lago Llanquihue. En su exploración lo acompaña Juan Currieco, más conocido como “Pichi Juan”, quien le muestra en detalle los milenarios y vírgenes bosques de aquella zona.


Fotografía: Escultura de Pichi Juan, Puerto Montt | http://pichijuan.jimdo.com/

La exploración de Vicente Pérez Rosales a los alrededores del lago Llanquihue quedó registrada en su libro “Recuerdos del Pasado”. En este texto es reiterativa la descripción de lo imponente e impenetrable del bosque nativo que existía en aquella época… Hasta podemos imaginar lo maravilloso de aquellos paisajes.

Pero la misión de Pérez Rosales era instalar a los leupe lonko y para ello no tuvo contemplación en mandar a destruir aquellos füta lemu[iv], tal como podemos leer en su libro:

“En mi tránsito ofreci a Pichi-Juan treinta pagas, que eran entonces treinta pesos fuertes, porque incendiase los bosques que mediaban entre Chanchan i la cordillera, i me volvi a Valdivia a calmar el descontento que ya comenzaba a apoderarse de los inmigrados, los cuales no sabian qué hacer de sus personas en el provisorio alojamiento donde, por falta de terrenos, los habia yo dejado”.

[…]

“Hacia ya tres meses que el disco de este astro, siempre puro alli cuando se deja ver, aparecia empañado. Pichi-Juan habia dado, desde entonces, principio a la tarea de incendiar las selvas que ocupaban gran parte del valle central al S. E. de Osorno. El fuego que prendió en varios puntos del bosque al mismo tiempo el incansable Pichi-Juan, tomó cuerpo con tan inesperada rapidez, que el pobre indio sitiado por las llamas, solo debió su salvacion al asilo que encontró en un carcomido coigüe, en cuyas raices húmedas i deshechas pudo cavar una peligrosa fosa. Esa espantable hoguera, cuyos fuegos no pudieron contener ni la verdura de los árboles ni sus siempre sombrías y empapadas bases, ni las lluvias torrentosas i casi diarias que caian sobre ella, habia prolongado durante tres meses su devastadora tarea, i el humo que despedia, empujado por los vientos del sur, era la causa del sol empañado, al cual durante la mayor parte de ese tiempo se pudo mirar en Valdivia con la vista desnuda”.

“Tan pronto como cesó de arder aquella hoguera, fue preciso emprender otra i mas detenida esploracion por los lugares que habia franqueado el fuego en el departamento de Osorno. Recorrí, pues, en ellos con encanto todos los terrenos que yacen al norte de la laguna de Llanquihue. La anchura media de los campos indendiados podíase calcular en cinco leguas i su fondo en quince. Todo el territorio incendiado era plano i de la mejor calidad. El fuego que continuó por largo tiempo la devastacion de quellas intransitables espesuras, habia respetado caprichosamente algunos luquetes del bosque, que parecia que la mano divina hubiese intencionalmente reservado para que el colono tuviese, a mas del suelo limpio i despejado, la madera necesaria para los trabajos i para las necesidades de la vida”.

Después de conocer la versión del mismo Vicente Pérez Rosales, surge la pregunta obvia, ¿Cómo un parque nacional destinado a proteger flora y fauna nativa puede llevar su nombre?

Un sarcasmo con tintes de humillación.

Para otra ocasión dejaremos la revisión de la maquinaria fraudulenta que operaba en el mercado de tierras, situación constatada y usada por el mismo Agente de Colonización para lograr su propósito y, de paso, propiciar el despojo del territorio mapuche williche. Por otro lado, la lección que deja la historia de Juan Currieco y las consecuencias que tuvieron que afrontar sus descendientes también es un interesante tema para una próxima publicación.

¡Mañumtueimün monkü tse!

Fütawillimapu


[i] Fill mongen podría traducirse al español como toda la vida (flora, fauna, microorgaismos, etc.) y elementos físicos y espirituales que mantienen una relación de interdependencia para poder existir.

[ii] El Estado de Chile desconoce los títulos entregados, se desentiende de las compras fraudulentas (litigios entre privados), crea mecanismos de “blanqueamiento” de títulos de propiedad inaccesibles para las familias williche, entre otras prácticas, facilitando a particulares la apropiación del territorio mapuche.

[iii] Basada en un cuerpo legal de 1845.

[iv] Grandes bosques.


Recomendamos
Vicente Pérez Rosales: “Recuerdos del Pasado: 1814-1860″

Tamün srakisuam
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