¡Fill püle powüpe ta fa!


Fotografía: Luis Panguinao P. | Fundación Savia

Luis Panguinao Pichunche, antropólogo. Investigador del Departamento de Salud de la Universidad de La Frontera, Temuco. Ha desarrollado su práctica profesional en investigación en VIH/SIDA en el contexto Mapuche y en apoyo a la investigación y sistematización de experiencias interculturales en infancia Mapuche.

¿Existe la enfermedad del VIH/SIDA en los mapuche?

Inicié esta primera columna con una pregunta, desde mi punto de vista, problemática. Sobre ella se pueden decir varias cosas, no obstante, delimitaré algunas de ellas para contribuir a su respuesta. El ánimo de contestarla se sustenta debido a las reiteradas veces que, en mis conversaciones como joven investigador con las comunidades, líderes y jóvenes mapuche y no mapuche nos hemos preguntado: ¿existe el VIH/SIDA en los mapuche?.

Seguramente hace 10 años atrás esta pregunta sería impensada entre nosotros los mapuche y tendría una firme posición de negación a la enfermedad del VIH/SIDA, winka kutran o molfüñ kutran. “No existe en nosotros”, “eso es de winkas” o “es de gay” serían algunas posibles respuestas, concibiendo a la comunidad -lof- y lo rural como una zona vital, libre de este tipo de situaciones.

En Chile, unas 26 mil personas viven con el virus y se estima que otras 26 mil personas desconocen que lo tienen (Minsal, 2012). En la Región de La Araucanía, lo cierto es que en promedio el 24% de personas viviendo con VIH/SIDA es de origen mapuche (de un promedio de 500 personas notificadas al 2012). Entre aquellas personas mapuche que viven con el virus hay hombres y mujeres jóvenes, dueñas de casas, trabajadores del campo y la ciudad, y estudiantes universitarios, principalmente. Todos deben seguir un tratamiento de por vida, desde el punto de vista médico: con la terapia retoman su salud, no obstante, desde el punto de vista social existen muchas aristas conflictivas: entre ellas, existe profundo hermetismo, autoexclusión, temor a la discriminación y de ser estigmatizado.

Es interesante, mas allá de los datos, esbozar ideas que reúnan bases para comprender el origen de su diseminación y complejidad de vivir con esta enfermedad, desde los contextos culturales en que se concreta enfrentarla.

Variados son los factores que explican su origen y diseminación entre los mapuche, no obstante, lejos el principal mecanismo de transmisión es la vía sexual. Creo importante destacar los escasos conocimientos de preparación para prevenir el VIH/SIDA y las ITS, muy pocos señalan haber conocido antes esta enfermedad, no es tema que haya sido tratado socialmente. Tal vez ahora sí. Los altos flujos migratorios, que varían en tiempo parcial para los temporeros de la fruta y permanentes para los radicados fuera de su origen, estos nuevos contextos han permitido -debido a la distancia, soledad y distancia de tradiciones- experimentar situaciones de riesgo. Otros también migrarían permanentemente para vivir una sexualidad libre y diferente, que probablemente sería poco aceptada en sus lugares de origen. Con los constantes cambios de la sociedad mapuche se han ido perdiendo formas particulares de relación y diálogos con personas de orientaciones sexual diferente.

Finalmente, el momento más complejo es la vivencia de la enfermedad, pues se permea la cosmovisión, religión, concepción de la salud y la enfermedad, relevándose modos particulares de explicar y tratar la enfermedad, winka kutran.

El VIH/SIDA es una enfermedad diagnosticada y tratada principalmente por la biomedicina, no obstante, se requiere poner en valor las representaciones, ideas, conceptos y realidad desde el punto de vista de los mapuche en su especificidad, y relevar que existe una cantidad importante de personas que viven con la enfermedad, otra que desconoce cuál es su estado de salud y finalmente, un número de personas no menor -que desconocemos- denominada población vulnerable emergente (PVE) que puede adquirir la enfermedad. Teniendo estos antecedentes lograr prevenir efectivamente.

Las políticas y campañas de prevención son insuficientes para abordar de modo integral los procesos de prevención, diagnóstico y tratamiento. Insistir en “desatender la cultura” es ir en camino contrario: diversos organismos de Naciones Unidas, como ONUSIDA y UNESCO, coinciden en destacar el reconocimiento de los diversos contextos en que se llevarán a cabo políticas preventivas, con el propósito de magnificar su impacto sobre la población. Y además, las propias organizaciones indígenas en el país han de promover constantemente la inclusión del indígena como figura vulnerable de adquirir la enfermedad, precisamente por los antecedentes antes señalados (y otros) y porque es transversal el gran daño a la salud de los pueblos indígenas. Por lo menos así lo señalan las ONG y organizaciones como RENPO (Red Nacional de Pueblos Indígenas) y KELWO en Chiloé.

Fuente: Fundación Savia


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