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Fotografía: Graciela cuenta que se fue a la capital en una época en que las mujeres mapuches se iban a trabajar de nanas con familias acomodadas, pero ella quería escribir y lo consiguió | Dinko Eichin

Graciela Huinao, una de las poetisas huilliches más renombradas del país, cuenta su historia:

«No me siento chilena porque yo nací mapuche»

Nació en Osorno, territorio que llama del Chaurakawin, nunca fue a la universidad y hoy recorre el mundo contando la historia de sus ancestros Su libro Walinto fue traducido al inglés y en él aborda la discriminación contra los pueblos originarios. Dice que optó por levantar un discurso de resistencia contra quienes intentan anular su cultura.

Hanaan Hernández
cronica@australosorno.cl

En resumen

  • Nombre: Graciela Huinao Alarcón
  • Edad: 54 años
  • Actividad: Poetisa
  • Trabajos: En 1989 publicó su primer poema titulado La Loika; en 2001 lanzó Walinto, una obra que en 2008 fue reeditada en castellano, inglés y mapudungún. En 2003, publicó Las Nietas del Brujo; y 2006 coeditó la antología Hilando en la Memoria, 7 poetas mapuche, entre otras participaciones.

Graciela Huinao Alarcón, de 54 años, no fue a la universidad y hoy imparte talleres en diversas casas de estudio del mundo. La poetisa osornina que ha estado en países como Estados Unidos, México, Argentina, Brasil, China y tan­tos otros, quiere seguir via­jando. «Extraño mi tierra, pero no tengo trabajo acá. Me moriría de hambre», dice la autora de Walinto, un libro de poemas que en 2008 fue reeditado en tres idiomas: castellano, mapudungún e inglés.

Los versos los construyó en base a la memoria familiar y al territorio originario. En ellos aparecen los paisajes del sur, las historias de sus parientes y la discriminación contra el pueblo mapuche-huilliche, un tema que le es cercano. Según cuenta, a los seis años, cuando recién ini­ciaba su paso por las salas de clases, se enfrentó a un mundo que desconocía y que la remeció. «Me dijeron india y me fui llorando para la casa. Mi papá debió expli­carme que era huilliche y no india, que debía sentirme orgullosa de ser una mujer de la tierra», recuerda Graciela, mientras espera en el Terminal de Buses de Osorno iniciar su próximo recorrido. Regresará a Santiago, ciudad en la que vive hace más de 30 años. En la comuna de Pudahuel dicta talleres de literatura y cultura mapuche en las bibliotecas y escuelas.

Cuenta que se fue a la capital en una época en que las mujeres huilliches se iban a trabajar de nanas con fami­lias acomodadas, pero ella quería algo más.

«Y ahí estuve, metida en algunas cocinas. La única diferencia era que yo quería seguir estudiando y escribía. Me puse a trabajar y también estudiaba. Logré terminar mi enseñanza media, pero no fui a la universidad y hoy, sin embargo, voy de univer­sidad en universidad dando clases», señala.

El rito de bienvenida es más o menos parecido en todos los países que visita. Les asegura a los estudiantes que ellos saben más que ella, pero los invita a integrar un conocimiento que ellos no dominan y que proviene de un pueblo ancestral.

«Lo importante es que soy una mujer originaria, soy huilliche y de la tierra del Chaurakawin, del Futahuillimapu. Cuando fui a recitar a China lo dije y fue un privilegio relatar mi his­toria allí, porque son conta­dos con los dedos los poetas que tienen la opción de mos­trar su trabajo en Oriente».

-¿Por qué recorrer el mundo es tan importante para usted?

-Lo importante es entregar, ir a echar raíces de algo que es desconocido. En otros países dicen que los pueblos originarios no existen en Chile. Es lo que les han hecho creer y no es así. Somos cerca de un millón de personas en todo el país, que legalmente estamos anulados. Voy a entregar un mensaje de resistencia, por­que pese a los últimos 500 años de historia, a todas las dictaduras y gobiernos de la Concertación y la derecha, seguimos siendo un pueblo reprimido. Voy y cuento mi historia, lo que está pasando en Chile, lo que está vivien­do mi pueblo.

-¿Por qué sus trabajos sólo se enfocan en la cosmovisión mapuche?

-Somos nosotros, los poetas, quienes tenemos que contar la historia oculta del pueblo mapuche huilliche. En Chile hay dos historias que cami­nan de forma paralela: la del pueblo chileno y la del pue­blo mapuche, aunque ambas son tan importantes, nunca se han juntado. El chileno medio no se siente represen­tado con los pueblos origina­rios y los mapuches no nos sentimos chilenos, somos un pueblo diferente, tenemos nuestra propia religión, len­gua y comidas (…). Me pre­guntan por qué no te sientes chilena y yo les respondo siempre: No me siento chile­na porque yo nací mapuche y nos obligan a ser chilenos.

-La discriminación es un tema re­currente en sus textos, ¿por qué?

-Porque es el peor enemigo de la sociedad. Te discriminan porque eres pobre, porque eres mujer y además porque eres una huilliche (…) Hay que saber caminar por la vida con eso (…) Uno podría hacerse la tonta y hasta cambiarse de apellido, hay quienes se ponen la mochila y salen a luchar en contra de la discriminación, otros van a otros países donde no los discriminan y hallan un lugar más amigable, pero mi opción fue tomar la mochila y poner mis raíces en la espalda. En China o Macedonia seré una huilliche, siempre seré una indígena, pero jamás seré chilena.

-¿Y se siente osornina?

-Me enseñaron que Osorno era el Chaurakawin, siempre digo: soy de Chaurakawin y preciso entre comillas que es Osorno.

-¿Y extraña Osorno?

-Siempre. Y no sólo la tierra, también a la familia, la comida, la feria libre, el río, los olores, los sabores y el olor a humo. Si no existiera Osorno no podría escribir. Por eso cada cierto tiempo vengo a inyectarme de energía sureña, para poder so­brevivir en Santiago.

-¿Cree que la educación puede acercar la cultura de los pueblos indígenas a la sociedad chilena?

-Ahora no, porque la historia mapuche y en general la de to­dos los pueblos indígenas no está en la educación formal. Sólo en algunos talleres espe­ciales que principalmente implementan los colegios parti­culares, pero no está dentro de los libros de historia (…). Pasa­rán muchos años para que un libro como Walinto ingrese a la educación formal. Al final, quien cuenta la historia del pueblo mapuche es el pueblo chileno. Son los profesores chi­lenos quienes traspasan lo que aprendieron en la escuela. Es importante que nosotros de­mos clases porque estaremos contando desde primera fuen­te lo que es ser mapuche.


Fotografía: Huinao está convencida de que gente de su pueblo debe entrar a las aulas para enseñar su historia | Dinko Eichin

-Las comunidades en Osorno se movilizaron para impedir que se entregue a los privados la totalidad de los derechos de agua en la provincia ¿Cuál es su opinión sobre este conflicto?

-Era impensado hace 50 años vender o comprar un río, pero la modernidad, el desarrollo económico y las grandes empresas se han adueñado de la tierra, de los bosques, la Cordillera de los Andes, el campo y la nieve. Ahora quieren privatizar los ríos y no se van a detener (…). Para nuestro pueblo, los ríos son importantes, sin agua no somos nada, pero defender el agua va más allá de ser o no ser mapuche.

-¿Y qué opina del ataque a las obras de instalación de una cen­tral hidroeléctrica en Pilmaiquén? Una de las líneas de inves­tigación apunta a un nexo con las comunidades huilliches.

-El hilo siempre se va a cortar por lomas delgado, la sociedad chilena cree que esa parte del hilo es nuestro pueblo. En el conflicto mapuche hay de to­do, quienes luchan honesta­mente por sus derechos y per­sonas que atropellan a otras personas; también hay quienes se aprovechan de la situación para vender sus tierras a la Conadi a precios desorbitantes. Los entes que regulan el Esta­do hacen creer que el pueblo mapuche es el que genera el conflicto, pero no es así (…). Aunque seamos el patio trase­ro de la sociedad chilena, debe­mos luchar y tocar las puertas de las entidades internaciona­les para que nos respalden. Apoyo a todas las personas que persiguen causas justas y estoy convencida de que Pilmaiquén es una causa justa.

Graciela Huinao Alarcón participó esta semana de la Muestra Cultural Huilliche que organizó la Universidad Santo Tomás (UST), una visita donde aprovechó también de apoyar la candidatura de la poetisa local Delia Domínguez, en carrera por el Nacional de Literatura.

«Ella es de Osorno y tiene una gran conexión con el sur. Me gustaría que Delia fuera la quinta mujer en la historia de su país en recibir el premio». Mientras algunos sueñan con una Delia ganadora, Graciela ya sabe cuáles serán sus próxi­mos destinos: en agosto irá a Brasil y en octubre a Estados Unidos. «El año pasado estuve en Indiana, en la Universidad de Notre Dame, una casa de es­tudios del porte de Rahue ente­ro», cuenta.


2012: La escritora espera terminar una novela inspirada en la historia de su tatarabuela, que fue regalada a un soldado español que salvó la vida de su hermano.

1979: Se radicó en Santiago. Allí imparte talleres sobre la cultura huilliche y en Estados Unidos es invitada habitual de la ucla. Universidad de Los Angeles, California.


«Aunque seamos el patio trasero de la sociedad chilena, debemos luchar (…) Apoyo a todas las personas que persiguen causas justas y estoy convencida de que Pilmaiquén es una causa justa»
Graciela Huinao
Poetisa huilliche


Fuente: Diario Austral de Osorno (01.07.2012)

Tamün srakisuam
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