Fotografía: Ñaña Elvira Marileo Coliao | Fütawillimapu
Feitichi “jueves”, epu masri yom epu antü, “septiembre” püs mo srupalu, l’ai tayin ñaña Elvira Marileo Coliao. Tsongi ñi mongen, afi ñi miawün fachi mapu mo. Amoi kiñe füta kimche. Yepui ñi kimün, yepui ñi srakisuam, yepui ñi kuifi ke nütram. Feimo llaskülien ta inchen. Feimo mañumtuafiyen ta fachi chillka mo.
Al atardecer del jueves 22 de septiembre partió a “la otra tierra” la ñaña Elvira Marileo Coliao, mujer mapunche que de acuerdo al registro civil chileno nació el 20 de agosto 1934. Tuvo una vida difícil, como muchas de nuestras malgen. Su padre no la acepta a ella ni a su hermano, razón por la cual fue dejada en casa de unos ancianos de L’afkenmapu, quienes -según contaba nuestra ñaña– la cuidaron con mucho cariño y le heredaron el Tse Süngun.
Con luces y sombras, errores y aciertos, como toda persona, la ñaña Elvira fue la “matriarca” de la gran müchulla Maripan Marileo en el sector Aleucapi, actual comuna de San Juan de la Costa, antiguo territorio Künko.
La ñaña Elvira tenía gran kimün, conocimiento y sabiduría, en particular respecto a la «estructura» religiosa y espiritual mapunche. Así mismo, tenía una impecable pronunciación del Tse Süngun y un oído muy agudo para detectar errores en el habla.
Conocedora de gran cantidad de relatos, muchos de los cuales se fueron con ella, en el año 2011 le pedimos nos pudiera compartir algunos a través de una grabación en video, solicitud a la que accedió con mucho nerviosismo. Del material que nos permitió grabar, compartimos el relato de una niña llorona y el zorro, apeu que encierra elementos muy profundos de nuestro moribundo müpiltun:
Uno de los «chascarros» que recuerdo, fue la vez que le pregunté por el nombre de la luz de una vela, de un foco u otra fuente de luz en nuestra lengua. Como no obtuve una respuesta inmediata, insinué la palabra «kuse»… La reacción de la ñaña fue de sorpresa, risa, confusión y una pizca de molestia:«¡Küse! ¡Küse pingi!» me dijo bien fuerte para que yo escuchara bien. Mi padre ya me había dicho que «kuse» es una palabra despectiva hacia una mujer mayor, pero en ningún caso fue mi intención ofender a la ñaña. Fue solamente una deficiente pronunciación. Ese día aprendí que entre «kuse» y «küse», que desde la perspectiva del español parecen ser casi iguales, hay una gran distancia. Y esa distancia no se me va a olvidar nunca, gracias a que la ñaña Elvira me hizo repetir «küse» hasta quedó conforme con mi pronunciación.
A la ñaña no le gustaban los grupos grandes, se ponía nerviosa. Muy pocas veces pudo compartir lo que sabía por lo que no tuvo un reconocimiento más amplio como el que tienen -afortunadamente- otras kimche.
A veces me pregunto cuántas ñaña y cuántos fücha, kimche de verdad, hoy no son valorados por su propia gente y sobreviven en condiciones miserables, sin poder transmitir lo que saben… Quizás más de algún kimche o l’awentujo moriría de inanición si no tuviera la pensión básica «solidaria» del Estado. He aquí una gran falla como mapunche.
CHALISRÜPUN
Tras conocerse su fallecimiento, familiares y vecinos se reunieron en la casa de su hija Alicia, sruka donde se veló el cuerpo de nuestra ñaña hasta el domingo 25 de septiembre, día en que se realizó la despedida final de su tierra y la devolución de su cuerpo a nuestra Ñuke Mapu.
Pasadas las 9 de la mañana, en un amanecer frío y nuboso, su cuerpo fue dejado en la entrada de la casa de su hija Alicia. Ahí, la comunidad ritual del Ngillatun de Punotro, junto a sus familiares y lofche, le realizaron un efkütun de despedida antes de partir a la casa de la ñaña, ubicada en la altura de un cerro cercano.
Mientras familiares, lofche y conocidos nos dirigíamos a la sruka de la ñaña Elvira, recordaba una visita que realizamos unos años antes en la que, recorriendo el mismo camino, la ñaña Elvira se tropezó evitando caer al suelo gracias a su wiño (bastón) para inmediatamente exclamar “¡epe wit’ünagün!”, dándole así un toque jocoso al chascarro.
Fotografía: La despedida de la ñaña Elvira en su sruka | Fütawillimapu
Llegamos a la casa de la ñaña, para que viera y sintiera por última vez el espacio donde vivió en la etapa final de su vida.
Nuevamente la comunidad ritual del Ngillatun de Punotro y la familia directa de la ñaña Elvira le hicieron la última despedida su tierra.
Se puso el ataúd sobre la angarilla construida la noche anterior y al hombro se llevó el cuerpo de la ñaña hasta la salida del predio en el cual era ngentue. Ahí la “banda” del Ngillatun dejó de acompañar formalmente la procesión que llegó hasta el camino principal.
Estando en el camino principal, los familiares pidieron a los asistentes poder llevar el ataúd en angarilla hasta el puente de Aleucapi, distante a unos tres kilómetros cuesta abajo, solicitud que fue aceptada por los wentru quienes de a cuatro llevaron el ataúd al hombro, relevándose por parejas cuando había alguna muestra de cansancio, mientras el Chau Antü acompañaba con su fuerza en un infinito cielo azul.
Una vez en el emblemático puente de Aleucapi, el cortejo se dirigió en vehículos hasta Misión San Juan donde finalmente el cuerpo de nuestra ñaña Elvira fue devuelto a nuestra Ñuke Mapu, para que su alwe pueda dirigirse al “ka mapu” o al “pu alwe mapu”, donde estás nuestros kuifi ke tse mongen.
MAÑUMKÜLIEN
En más de una oportunidad he señalado que a inicios de la década de 2020, nuestros últimos hablantes del Tse Süngun, nacidos y criados en el Tse Süngun, van haber dejado esta tierra, muchos de ellos y ellas en la más dolorosa pobreza. Nuestra forma de comunicación ancestral tendrá, entonces, un corte definitivo.
Los que aprendimos y seguimos despertando un poco el Tse Süngun, aún desde niños y niñas, ya vemos influenciada nuestra manera de pensar por el pikun srakisuam. Si bien hoy no hay persecución ni prohibiciones sistemáticas contra el uso de nuestra lengua -como hace un par de décadas atrás-, el contexto en el que vivimos inhibe su práctica.
Con la mal llamada «Ley Indígena», se pusieron en marcha una serie de políticas -en muchos casos bastante jugosas en términos de fondos- que se planteaban como objetivo la recuperación o «revitalización» de la lengua mapunche. Sin embargo, a la luz de los resultados de la aplicación de dichas políticas, hoy vemos como los y las depositarias de un idioma ancestral siguen muriendo sin poder transmitir a las nuevas generaciones la gran arma de defensa que es nuestra lengua.
Por otro lado, la mayor parte de los y las mapunche no tienen el más mínimo interés en despertar nuestro süngun… a lo más es otro discurso reivindicativo o demanda de escasa aplicación diaria.
Sumamos a lo anterior, las investigaciones de algunos representantes del mundo académico que se adueñan de una herencia colectiva, «haciendo libros y ganando plata» a costa del conocimiento de nuestros ancianos y ancianas, como reclamaba la ñaña Elvira.
Así mismo, con la masificación descontrolada e irreflexiva de discursos, prácticas y conceptos de otros territorios mapunche, gracias a las «redes sociales» y el mundo globalizado, la forma propia de hablar se está perdiendo: «se visten y hablan como araucano» reflexionaba la ñaña, teniendo plena conciencia de que el süngun, si bien presenta diferencias en cada territorio, es una sola lengua.
Fotografía: Funeral de la ñaña Elvira | Fütawillimapu
En el contexto descrito, difícilmente nuestra lengua podría sobrevivir.
Nos queda la esperanza de que al menos unos pocos hombres, mujeres, niños y niñas puedan valorar en vida a nuestros fücha ke mongen y tremche ke mongen y puedan, con la guía de nuestros kimche, despertar el Tse Süngun para heredarlo a las nuevas generaciones.
Para finalizar estas líneas, agradezco a la ñaña Elvira por su paciencia y su disposición a compartir parte de su kimün, el que será transmitido a todos y todas quienes quieran escuchar.
Fentenai-ten mai fachi suam. Mañumtueimi mai. Küme powaimi Ka Mapu mo, ñaña Elvira.
Por Salvador Rumian C.