En esta publicación compartimos con ustedes pu l’amuentun, pu peñintun, la primera versión escrita -de la que tenemos conocimiento- del kuyfi nütram «Treng Treng ka Kay Kay«, relato acerca de nuestro origen como grupo humano ancestral. Dicha versión fue recogida por el jesuita Diego de Rosales y registrada en su manuscrito titulado «Historia general del reino de Chile. Flandes Indiano«, obra finalizada en 1674.
En su paso por el Fill Mapu, territorio mapunche, el misionero jesuita Diego de Rosales (Madrid, España; 1601 – Santiago, Chile; 1677) fue testigo y actor relevante de una etapa crucial en nuestra historia.
Llegó a nuestra mapu el año 1629 (del calendario septentrional), sirviendo como ‘capellán de ejército’ durante el gobierno de Francisco Lazo de la Vega. En sus incursiones a nuestro territorio, aprendió las variantes nortinas del mapunche süngun y pudo observar las costumbres de nuestros y nuestras kuifi ke tse mongen.
Fue cercano a los gobernadores Francisco López de Zúñiga y Meneses, marqués de Baides, y Martín de Mújica y Buitrón, siendo partícipe de los Killin Füta Koyag o Parlamentos de Quilín ‘celebrados’ en 1641 y 1647, hitos que consolidan la personalidad jurídica internacional de nuestro pueblo/nación.
De sus vivencias en el territorio mapunche, Rosales redacta un manuscrito titulado «Historia general del reino de Chile. Flandes Indiano«, terminado en 1674. Sin embargo, el texto recién fue publicado por primera vez, en tres volúmenes, por Benjamín Vicuña Mackenna entre 1877 y 1878.
En el Volumen 1 aparece la primera versión escrita que conocemos referente al kuyfi nütram «Treng Treng ka Kay Kay«. Más allá de su claro sesgo ‘civilizado’ y la recurrente -y tendenciosa- comparación con el ‘diluvio’ judeocristiano, el texto nos permite hacernos una idea del profundo conocimiento, simbolismo y trascendencia de este relato ancestral aún vivo en nuestra oralidad.
Hemos adaptado el texto publicado por Vicuña Mackenna, que puede descargarse aquí, a la ‘costumbre’ del winka süngun actual para facilitar su lectura y uso en el ámbito escolar, agregado -de paso- la escritura mapunche entre corchetes [], pero manteniendo en general el estilo de la publicación fuente.
Y sin mayor preámbulo, ¡amoyen may!:
No tienen estos Indios de Chile noticias de escritura alguna, sagradas ni profanas, ni memoria alguna de la creación y del principio del mundo ni de los hombres: solo tienen algunos barruntos del Diluvio, por haberles dejado el Señor algunas señales para conocerle; y aunque de él no tienen noticia cierta ni tradición, por las señales coligen haberle habido; como son haberse hallado huesos muy grandes de ballenas en lugares altísimos, cuales son los Pinares y las cordilleras y sierras nevadas, cuya eminencia sobrepuja con muchas ventajas a las nubes, pues el que está en su cumbre, ve las nubes abajo, como entresuelo entre ella y la tierra.
Y en algunos riscos muy altos, que con el tiempo se han ido derrumbando, se ve en multitud de conchas del mar, incorporadas con los riscos, muy distantes de las orillas del mar. Y en lo más encumbrado de las sierras nevadas, vi, yendo a poner de paz los indios Puelches, una mesa que hacia una loma muy dilatada, toda ella cuajada de multitud de conchas del mar y de diferentes mariscos, todos convertidos en piedras, señal de que llegó allí el Diluvio y dejó aquella infinidad de conchas, y argumento de lo que subieron las aguas, pues estando estas sierras superiores a las nubes, entre el mar del Norte y el del Sur, y tan distantes de uno y otro, que por la parte que miran al mar del Norte están distantes doscientas leguas de él, y por la parte que miran al mar del Sur, se apartan de él ciento y cincuenta, los sobrepujaron con muchas ventajas y para memoria perpetua dejaron tantas señales, y para que el tiempo no las borre, quiso el Señor que cada concha fuese una piedra y cada marisco un mármol donde quedase escrito su castigo y su poder.
Traje con admiración algunas de estas conchas convertidas en piedras, para ablandar los corazones de piedra de los Indios, que no creían las verdades de la sagrada escritura y el castigo que envió Dios sobre toda la tierra, por sus pecados, con el Diluvio. Porque aunque de éstas y otras señales conocen los Chilenos una inundación general, el Demonio se la mezcla con tantos errores y mentiras, que no saben que haya habido Diluvio en castigo de pecados, ni se persuaden a eso, sino a un diluvio de mentiras, que el demonio les ha enseñado y persuadido, cuya tradición ha pasado de Padres a hijos.
Y es que tienen muy creído que cuando salió el mar y anegó la tierra antiguamente, sin saber cuándo (porque no tienen serie de tiempos, ni computo de años) se escaparon algunos Indios en las cimas de unos montes altos que llaman Tenten [Trengtreng], que los tienen por cosa sagrada. Y en todas las Provincias hay algún Tenten [Trengtreng] y cerro de grande veneración, por tener creído que en él se salvaron sus antepasados del Diluvio general, y están a la mira, para si hubiere otro diluvio, acogerse a él para escapar del peligro, persuadidos a que en él tienen su sagrado para la ocasión, presunción que pretendieron los descendientes de Noé cuando fabricaron la torre de Babel.
Añaden a esto: que antes que sucediese el diluvio o salida del mar, que ellos imaginan, les avisó un hombre, pobre y humilde, y que por serlo, no hicieron caso de él, que siempre la soberbia humana desprecia la humildad y no cree lo que no es conforme a su gusto. En la cumbre de cada uno de estos montes altos llamados Tenten [Trengtreng], dicen que habita una culebra del mismo nombre, que sin duda es el Demonio, que los habla, y que antes que saliese el mar les dijo lo que había de suceder, y que se acogiesen al sagrado de aquel monte, que en él se librarían y él los ampararía. Mas que los Indios no le creyeron, y trataron entre sí que si acaso sucediese la inundación que decía Tenten [Trengtreng], unos se convertirían en ballenas, otros en pez espada, otros en lisas, otros en robalos, otros en atunes, y otros pescados; que el Tenten [Trengtreng] les favorecería para eso: para que si saliesen de repente las aguas y no pudiesen llegar a la cumbre del monte, se quedasen nadando sobre ella, transformados en peces: que así les engaña el Demonio.
Fingen también que había otra Culebra en la tierra y en los lugares bajos llamada Caicai-Vilu [Kaykay Filu], y otros dicen que en esos mismos cerros, y que esta era enemiga de la otra culebra Tenten [Trengtreng] y así mismo enemiga de los hombres, y para acabarlos hizo salir el mar, y con su inundación quiso cubrir y anegar el cerro Tenten [Trengtreng] y a la culebra de su nombre, y así mismo a los hombres que se acogiesen a su amparo y trepasen a su cumbre. Y compitiendo las dos culebras Tenten [Trengtreng] y Caicai [Kaykay], esta hacía subir el mar, y aquella hacía levantar el cerro de la tierra y sobrepujar al mar tanto cuanto se levantaban sus aguas. Y que lo que sucedió a los Indios, cuando el mar comenzó a salir e inundar la tierra, fue que todos a gran prisa se acogieron al Tenten [Trengtreng], subiendo a porfía a lo alto y llevando cada uno consigo sus hijos y mujeres y la comida que con la prisa y la turbación podían cargar. Y a unos les alcanzaba el agua a la raíz del monte y a otros al medio, siendo muy pocos los que llegaron a salvarse a la cumbre. Y a los que alcanzó el agua les sucedió como lo habían trazado, que se convirtieron en Peces y se conservaron nadando en las aguas, unos transformados en ballenas, otros en lisas, otros en robalos, otros en atunes, y otros en diferentes peces. Y de estas transformaciones, fingieron algunas en peñas, diciendo: que porque no los llevasen las corrientes de las aguas, se habían muchos convertido en peñas por su voluntad y con ayuda del Tenten [Trentren]. Y en confirmación de esto muestran en Chiloé una peña que tiene figura de mujer con sus hijos a cuestas y otros a los lados, que el autor de la naturaleza la creó de aquella forma, que parece mujer con sus hijos. Y tienen muy creído que aquella mujer en el Diluvio, no pudiendo llegar a la cumbre del Tenten [Trengtreng], le pidió transformarse en piedra con sus hijos porque no la llevasen las corrientes, y que hasta ahora se quedó allí convertida en piedra.
Y de los que se transformaron en Peces, dicen que pasada la inundación o diluvio, salían del mar a comunicar con las mujeres que iban a pescar o coger marisco, y particularmente acariciaban a las doncellas, engendrando hijos en ellas; y que de ahí proceden los linajes que hay entre ellos, de indios que tienen nombres de peces, porque muchos linajes llevan nombres de ballenas, lobos marinos, lisas y otros peces. Y ayúdales a creer que sus antepasados se transformaron en peces, el haber visto en estas costas del mar de Chile en muchas ocasiones Sirenas, que han salido a las playas con rostro y pechos de mujer, y algunas con hijos en los brazos.
Asentadas estas fingidas transformaciones y soñado Diluvio, queda la dificultad de cómo se conservaron los hombres y los animales; a lo cual dicen: que los animales tuvieron más instinto que los hombres, y que conociendo mejor los tiempos y las mudanzas, y que conociendo la inundación general, se subieron con presteza al Tenten [Trengtreng] y se escaparon de las aguas en su cumbre, llegando a ella más presto que los hombres, que por incrédulos fueron pocos los que se salvaron en la cumbre del Tenten [Trengtreng]. Y que de estos murieron los más abrasados del sol. Porque como fingen que las dos culebras, Caicai [Kaykay] y Tenten [Trengtreng], eran enemigas, y que Caicai [Kaykay] hizo salir las aguas del mar para que, sobrepujando a los montes, anegasen a los hombres y al monte Tenten [Trengtreng] y a su culebra, que los favorecía, y que Tenten [Trengtreng], para mostrar su poder y que ni el mar le podía inundar ni sobrepujar con sus aguas, se iba suspendiendo y levantando sobre ellas.
Y que en esta competencia la una culebra, que era el Demonio, diciendo Cai, cai hacía crecer más y más las aguas, y de ahí tomó el nombre de Caicai [Kaykay]. Y la otra culebra, que era como cosa divina, que amparaba a los hombres y a los animales en lo alto de su monte, diciendo Ten, ten hacía que el monte se suspendiese sobre las aguas, y en esta porfía subió tanto que llegó hasta el sol. Los hombres que estaban en el Tenten [Trengtreng] se abrasaban con sus ardores, y aunque se cubrían con callanas y tiestos, la fuerza del sol, por estar tan cercanos a él, los quitó a muchos la vida y peló a otros, y de ahí dicen que proceden los calvos. Y que últimamente el hambre los apretó de suerte que se comían unos a otros. Y solamente atendieron a conservar algunos animales de cada especie para que multiplicasen, y algunas semillas para sembrar.
En el número de los hombres que se conservaron en el Diluvio hay entre los Indios de Chile grande variedad, que no puede faltar entre tantos desvaríos. Porque unos dicen que se conservaron en el Tenten [Trengtreng] dos hombres y dos mujeres con sus hijos. Otros, que un hombre solo y una mujer, a quienes llaman: Llituche, que quiere decir en su lengua: Principio de la generación de los hombres, sean dos, o cuatro con sus hijos. A estos les dijo el Tenten [Trengtreng] que para aplacar su enojo y el de Caicai [Kaykay], señor del mar, que sacrificasen uno de sus hijos, y descuartizándole en cuatro partes, las echasen al mar, para que las comiesen los Reyes de los Peces y las Sirenas, y se serenase el mar. Y que haciéndolo así, se fueron disminuyendo las aguas y volviendo a bajar el mar. Y al paso que las aguas iban bajando, a ese paso iba también bajando el monte Tenten [Trengtreng], hasta que se asentó en su propio lugar. Y diciendo entonces la culebra Ten, ten, quedaron ella y el monte con ese nombre de Tenten [Trengtreng], célebre y de grande religión entre los indios. Que como a miserables ha tenido engañados esta astuta Culebra, que engañó a nuestros primeros Padres en el Paraíso.
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is realy nice!!