Palabras al Lonko y wenuy Carlos Paillamanque Ancapan

¡Fill püle powüpe ta fa!

Nos conocimos con el Lonko Carlos Paillamanque Ancapan en la década del 90, hace ya 30 años, y hoy camina al Wenumapu, donde lo recibirán de brazos abiertos el Lonko Anselmo Paillamanque y Raúl Molina, con quien rescatamos las historias que el Lonko Carlos nos dejó, en momentos en que recorrimos la cordillera, cómplices y aliados en la lucha por la recuperación de “las tierras antiguas”, como él bien decía, el fundo Maicolpi.

Enseña la memoria comunitaria que la recuperación del territorio ancestral alcanza sus momentos más álgidos en el momento en las familias de la comunidad de Maicolpi, encabezadas en ese entonces por el Lonko Anselmo Paillamanque, deciden ingresar a las tierras de sus abuelos y enfrentarse con el particular Edmundo Konow, descendiente de colonos alemanes que se habían instalado en la zona y apropiado de las tierras huilliches.

Corre el año 1968, don Carlos tenía la edad de 14 años, y ya participaba activamente en las actividades comunitarias, llevando a la práctica lo que había escuchado de sus mayores, recuperar las tierras comunitarias, enfrentándose con la historia en el año 1969, en el Puente Maicolpi, cuando se produce el primer enfrentamiento abierto con el particular, con el Leupe Lonko, los “cabeza tostada”, como llamaban los antiguos a los colonos alemanes.

De ahí en adelante la lucha fue permanente, días y noches de hambre, de ‘riesgo’ cuando se bajaba a buscar comida, de frío, enfrentando el crudo invierno bajo la lluvia y la oscuridad de la noche en la cordillera de la costa, bajo el calor que recibían de los mates y las historias compartidas, historias que después él sería el encargado de relatarlas a las nuevas generaciones, a los pichikeche, como educador que fue, en las diversas escuelas en que trabajó, historias que se remontaban a los años en que se trabajaba el Alerce y que escuchó de su abuelo, Santiago Paillamanque Caucau, quien vivía en Pulameno Alto, en plena cordillera:

“… por los años 1920, 1930, 1940, contaban los abuelitos, ahí comenzaron ya a explotar el alerce, una madera preciada, y lo usaban tanto para embarcaciones como para llevarla al comercio. Pero no se trabajaba como profesión, se trabajaba en los veranos no más, cuando había tiempo bueno y la gente ya no tenía otra actividad que hacer, porque los primeros habitantes de acá eran recolectores de mariscos y algas, esa era su dieta, su alimentación básica”.

“No era fácil la vida entonces”, recalcaba el Lonko Carlos, pero siempre rescató la dicha de trabajar en comunidad, en familia, con los niños, algo que aprendió en la cordillera lafkenche y lo acompañó toda su vida:

“Un tronco enterrado la gente lo trabajaba una semana, 15 días, todo el día, y después de eso empezaba el tejueleo, generalmente se trabajaba en familia, si la familia tiene 3 hombres en la casa los 3 trabajan en el alerzal. Las mujeres y los cabros chicos también ayudan, los niños de 10 a 12 años ya están trabajando, ahí se comparte y se aprende también.”

Hubo de pasar un largo tiempo para que las familias lafkenche pudieran -libremente- ingresar, trabajar, ramonear animales, en el fundo Maicolpi: la lucha, la organización y el trabajo comunitario dieron sus frutos, las tierras del Maicolpi, las tierras de los abuelos, finalmente les fueron compradas y transferidas por la CONADI a inicios del año 2001.

Pero ahora se enfrentaban a otro enemigo, la construcción de una Ruta Costera, que fragmentaría el territorio y serviría para impulsar la invasión de empresas forestales, “en nombre del desarrollo” se les decía, y ahí se encontraba con la firme palabra de don Carlos Paillamanque, quien denunciaba, en un trawun que compartimos el día 12 de diciembre de 2000:

“Aquí la gente vive por el río para adentro. Se vive de una variedad, de ganadería, agricultura pequeña, recolección de algas… La idea del gobierno y de los Ministerios Públicos, que se jactan de tener los mejores técnicos y profesionales, es llegar con los hechos consumados, es decir, ustedes no se pueden oponer porque para todos lados está construido y nadie se opuso, y lo más lamentable es que dicen para el desarrollo de los mapuches huilliches, y eso no es así. Con plata de todos los chilenos y con un megaproyecto en nombre de todos los chilenos se va a hacer una carretera para los privados.”

Nuevamente la unidad de las comunidades costeras creó las condiciones para oponerse al proyecto, y en aquello la comunidad de Maicolpi, en ese entonces encabezada por el Lonko Anselmo Paillamanque, ocupó un lugar fundamental.

Con el tiempo, en el año 2012 fallece el Lonko Anselmo, y el cargo como máxima autoridad de la comunidad de Maicolpi es asumido, en el año 2013, por don Carlos Paillamanque Ancapan, agregando a sus labores como dirigente huilliche el de educador, en las escuelas de las comunidades lafkenche, en el liceo de la comuna de San Juan de la Costa, en el jardín infantil de Bahía Mansa, como educador intercultural, con el grupo de kimche, haciendo talleres de palín, con los pichikeche, como siempre, … enseñando, como siempre.

Nos deja un hombre sabio, un kimche, generoso, buen conversador, hombre de buena palabra, un guía, liderando con humildad, con las enseñanzas siempre a flor de piel, gozador, y un reconocido bailarían de ‘sajuria’ huilliche.

Las palabras no alcanzan para referirse al Lonko y wenuy Carlos Paillamanque Ancapan.

Hoy, en los momentos en que emprende viaje al Wenumapu, con agradecimiento y congoja, vayan estas letras y sentimientos, como mi más sincero homenaje, al Lonko y Wenuy Carlos Paillamanque, a su familia, a su comunidad, a las comunidades que habitan y resisten con identidad en el territorio lafkenche.

Martín Correa Cabrera, 3 de septiembre de 2024.


* Agradecemos a nuestra l’amuen Carmen Jaramillo Gualaman por compartirnos este homenaje al lonko Carlos Paillamanque.

Tami srakisuam

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