¡Al’ü pitrey! A prepararse para el siguiente periodo de escasez de lluvia en la Fütawillimapu (Parte II)

¡Fill püle powüpe ta fa!

Es importante reiterar que las sequías son fenómenos que han existido desde antes de la aparición de la humanidad. Por lo tanto, contrario a lo que muchas veces se piensa, los monocultivos forestales -que en la actualidad depredan nuestros espacios de vida- no necesariamente generan sequías, pero sí agudizan sus consecuencias hasta el punto de mantenernos en lo que podríamos denominar un “estado de sequía”.

Definiremos operacionalmente "sequía" como una disminución anormal de lluvias en una zona determinada y sus consecuencias para la flora, fauna y grupos humanos que dependen de la regularidad de precipitaciones.

PREDICCIÓN EN BASE A LOS DATOS DE LLUVIA CAÍDA

De acuerdo a la Dirección General de Aguas, a partir del año 1983 existen datos de precipitaciones mensuales en la actual zona de Osorno registrados en la estación Adolfo Matthei (sí, el nombre de un líder nazi de la década de 1930). Adicionalmente existían dos estaciones con el nombre “Osorno” y “Rahue Alto”, pero sus registros respecto a precipitaciones mensuales están incompletos.

En el Gráfico 1 presentamos el comportamiento de las precipitaciones anuales registradas en la estación Adolfo Matthei (Osorno) entre los años 1983 y 2019.

Gráfico 1 (Clic para ampliar)

En el Gráfico 1 la línea de tendencia muestra una disminución en la cantidad de precipitaciones entre los años 1983 y 2019, lo que probablemente se explique por la actual crisis climática provocada por la depredación capitalista. En términos cuantitativos, las precipitaciones oscilan entre 700 mm a 1.700 mm al año en dicha zona del lelfün mapu (depresión intermedia).

El gráfico muestra además que en determinados años la cantidad de precipitaciones es claramente menor. Esto ocurrió en los años 1988, 1998, 2007 y 2016 del calendario gregoriano, es decir, en promedio cada 9 años. Si a lo anterior, agregamos que la Fütawillimapu tuvo sequías en 1967-1969 y 1978-1979, se puede concluir que en el último medio siglo, los años de menor cantidad de lluvia tienen un ciclo aproximado de 9 a 10 años.

Junto a la estación Adolfo Matthei, relevaremos los datos de la estación meteorológica Trinidad, ubicada en San Juan de la Costa norte, a orillas del río Bueno (Llinki l’ewfü – Wenu l’ewfü). Dicha estación nos permite modelar el comportamiento de la mawün’ (lluvia) en la zona cordillerana costera, con datos completos a partir del año 1998.

En el Gráfico 2 presentamos el comportamiento de las precipitaciones anuales registradas en la estación Trinidad (San Juan de la Costa) entre los años 1998 y 2019.

Gráfico 2 (Clic para ampliar)

El gráfico anterior muestra que la lluvia en la füta kasrü mawisam (Cordillera de la Costa), oscila entre los 900 mm a los 2.400 mm al año en las últimas dos décadas. Lo anterior ratifica que en la zona cordillerana costera llueve más que en la depresión intermedia.

Si bien pareciera que las lluvias fueran en aumento, los registros corresponde solamente a dos décadas, por lo que dicha conclusión puede ser incorrecta en un marco de tiempo más amplio. Lo que sí es cierto es que los datos de la estación Trinidad ratifican a los años 1998, 2007 y 2016 como los años con menor cantidad de lluvia caída.

Por todo lo anterior, considerando que el último año con un “peak” negativo en cuanto a lluvias fue el 2016 y considerando que en el último medio siglo parece haber un ciclo de 9 años entre “peaks” negativos, nuestra predicción es que el año 2025 tendremos el año más seco de la década.

Respecto a lo anterior, es importante aclarar dos cosas: (i) no podemos descartar la posible ocurrencia de algunos periodos puntuales de intensas lluvias que, además, podrían generar deslizamientos de tierra debido la gran deforestación y erosión en muchos de nuestros lof mapu, y (2) el ejercicio que hemos realizado es una aproximación muy tosca a aspectos que atañen a la meteorología y a la climatología, omitiendo otros factores de alcance más global (Fenómeno del Niño y la Niña, por ejemplo).

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Como se estableció al inicio de esta publicación, el avance de los monocultivos forestales de los últimos cuarenta años no genera directamente escasez de lluvia, pero sí esta implicada en la disponibilidad de agua para consumo humano y animal. Distinto es el caso de la deforestación: la pérdida del bosque nativo disminuye ostensiblemente la evapotranspiración de las especies vegetales, particularmente de los árboles y arbustos, generando menos nubes y, en consecuencia, una disminución de precipitaciones.

De acuerdo al Instituto Forestal (INFOR), a diciembre de 2016, en San Juan de la Costa el Eucalyptus globulus ocupa una superficie de 2.307,3 hectáreas; el Eucalyptus nitens ocupa 4.832,0 hectáreas; y el Pinus radiata 6.558,0 hectáreas. En suma, casi 14 mil hectáreas de plantaciones invasoras, lo que equivale a poco más del 9% de la superficie de dicha comuna. En este punto recomendamos nuestra publicación Empresas forestales en San Juan de la Costa: la punta de lanza del neoliberalismo extractivista en territorio mapunche williche (2019).

En particular, es el eucalipto (globulus y nitens) el monocultivo que más impactos genera. El crecimiento de esta especie es acelerado, demandando más agua que las especies propias del territorio. En las imágenes 1 y 2 podemos constatar que en solo dos años el monocultivo de eucalipto sobrepasa ampliamente los dos metros de altura. Al respecto recomendamos el trabajo El agua y el bosque: una pareja inseparable. Guía docente de Educación Ambiental (2011).

Imagen 1: Crecimiento de monocultivo de eucalipto en predio a nombre de AnChile en las cercanías de Puaucho, San Juan de la Costa

La agudización de las consecuencias de las sequías, en la reflexión del kimche Ponciano Rumian, se constata principalmente en el hecho de que las sequías ocurridas antes de la década 1980 generaban hambre (dada la pérdida de cultivos), pero no sed. En otras palabras, las sequías antes del avance de los monocultivos no comprometían la disponibilidad de agua para consumo humano y animal.

Hoy la situación es diferente: de no ser por la entrega de agua por parte de camiones aljibe (cuya calidad se supone es adecuada) en las zonas rurales de las actuales comunas de San Pablo, San Juan de la Costa, Río Negro, Purranque y Fresia, las posibilidades de supervivencia serían muy escasas. Esto no hace más que fortalecer nuestra dependencia del Estado y de sus políticas asistencialistas.

No ahondaremos en los efectos nocivos de los monocultivos forestales, pero sí insistiremos en que una de las acciones urgentes que debemos realizar en la Fütawillimapu (y en fill mapu) es lograr que las empresas forestales abandonen nuestros espacios de vida. Esto, además de ser parte del proceso de recuperación de nuestras tierras usurpadas, es una condición ineludible para intentar sanar las heridas provocadas a nuestra Ñuke Mapu por las garras y dientes del desarrollo y del progreso. Así que: ¡amotupe winka ke aliwen!

Imagen 2: Crecimiento de monocultivo de eucalipto en predio a nombre de AnChile en las cercanías de Puaucho, San Juan de la Costa

Sin embargo, terminar con el extractivismo forestal no es suficiente. Junto con lograr el fin de los monocultivos forestales, debemos detener el avance de la murra (Rubus ulmifolius), el retamo (Spartium junceum) y el espinillo “pica pica” (Ulex europaeus) y comenzar desde ahora con la reforestación de cada espacio de nuestra Fütawillimapu con las especies que son propias de esta parte del mundo. De esta manera mejorarán nuestras posibilidades de hacer frente de buena manera a los años de sequía que se aproximan.

La Ñuke Mapu nos entrega el kimün para reforestar: especies como el külon o maqui (Aristotelia chilensis), el sralsral o radal (Lomatia hirsuta) y las mirtáceas como kütrü o arrayán (Luma apiculata) tienen un crecimiento más rápido dentro de las especies nativas y bridan protección a las especies de crecimiento más lento, permitiendo el resurgimiento del bosque en alrededor de una década. Por lo tanto, una reforestación efectiva, particularmente en terrenos muy erosionados debe implicar una primera fase con maqui, radal y arrayán.

Junto a lo anterior, es importante realizar un cambio económico/cultural que permita que la reforestación sea efectiva:

  • Cercar los espacios reforestados, particularmente las nacientes y cursos de agua.
  • Ejercer un mayor control sobre nuestros animales (chivos y vacunos, principalmente), evitando que dañen las plantas en crecimiento.
  • Crear alternativas a la producción y venta de leña.

Ciertamente, el ngül’am que hemos planteado es demasiado general. Cómo no preguntarse respecto los pasos que debemos concretar y al tiempo y recursos que tendremos que invertir. No tenemos una receta. Existen diferentes realidades en cada espacio de nuestra Fütawillimapu. Es por ello que urge retomar nuestros traftun para, en base al nütram y al nütramkan, definir y comenzar a implementar acciones concretas para lograr el resurgimiento del bosque nativo, teniendo siempre presente que nos jugamos la continuidad de la vida y un futuro digno para las siguientes generaciones.

Finalmente, nuestro llamado es a seguir confiando en nuestro müpiltun: debemos mantener y fortalecer nuestros ngillatun, lepün, efkütun y amomasrin. Allí está la fuerza que nos animará a continuar defendiendo la mapu que nuestras y nuestros kuyfi ke che mongen defendieron y nos heredaron.

Salvador Rumian C.
Fütawillimapu

@Wesrkin

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Referencias:

Tami srakisuam

2 comentarios

  1. Me encanto el articulo lo encontre muy interesante y es lo que propongo reforestar con arboles nativos y cuidar las vertientes y humedalea soy de calbuco

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